Poligrafo Politico / Darinel Zacarias

Petulancia y Corrupción en Tapachula

«El elefante está ciego, el domador malherido» Joaquín Sabina

Tapachula vive una crisis social e ingobernabilidad. El gobierno de Óscar Gurría Penagos cae en desfiguros y simulaciones.
Llegó por un efecto obradorista y su actuar en estos primeros cinco meses, lo dejan totalmente como un político improvisado.
Su incapacidad y petulancia mantiene a Tapachula en completa anarquía.
Por su ingobernabilidad y la serie de actos de caos que a diario se suscitan en Tapachula, el alcalde Gurría Penagos siempre culpa a la prensa de magnificar los casos aislados que roban paz y tranquilidad a la ciudadanía.
Enarbolado en una ideología retrograda, en una cerrazón y promoviendo una política de tirria, no sólo le ha declarado la guerra a los medios de comunicación, también a los líderes sociales y a los distintos organismos que promueven justicia social.
Miles de ciudadanos confiaron en él. Depositaron la confianza de que un supuesto cambio, mejoraría a Tapachula.
Él prometió un Tapachula más próspero, seguro, de más y mejores oportunidades.
Gurría usó la bandera de frenar la corrupción, de ayudar a las clases más desprotegidas, de redoblar esfuerzos para procurar un gobierno plural e incluyente. Todo ha sido política de ficción.
Tapachula vive uno de sus momentos más viles de gobierno. El latrocinio y depredación de las familias Gurría Penagos y García Arjona, son el sello característico de una transformación impostora.
En Tapachula un día hay ejecutados, al otro día, también. Asaltos, vejaciones a sectores vulnerables y una infinidad de infortunios que lo hacen una ciudad deleznable.
En estos cinco meses no sólo se ha visto un incremente de la inseguridad en el mapa delictivo, que van desde asaltos y ejecuciones, hasta feminicidios.
Asimismo se ha señalado a Óscar Gurría Penagos del árbol genealógico incrustado en la nómina del erario público con estratosféricos salarios.
Los negocios redondos controlados por el cuñado incómodo de nombre Alfredo «N». Los atracos cometidos por Rosy Urbina y su gavilla.
Las infamias cometidas en las oficinas del DIF Tapachula y una serie de tracalerías en las que el culto de López Obrador, son el membrete olvidado.
Pero si se trata de buscar culpables y poner pretextos para justificar la torpeza e incapacidad. El alcalde de Tapachula, se pinta solo: Son pandilleros, son migrantes, es la prensa amarillista, son líderes quejoncitos, son enviados del gobierno derrocado.
Queda muy claro que Óscar Gurría es todo, menos político. Aparte de eso, se agrega la caterva de asesores que lo rodean, todos ellos iletrados, mostrencos. Ponen en cada acto a su edil como un gobernante torpe y penco.
Lo llevan a los reflectores y lo dejan mal parado. Chivo expiatorio y payaso; son los motes que tildan a Óscar Gurría Penagos. Que por cierto ya le hace ruido el tema de la revocación de mandato.
En temas de política no se minimiza a nadie. No debe confiarse, que la liturgia de Andrés Manuel es muy clara.
El subterfugio burlesco de Gurría es ¡Mentes perversas!
Así justifica su invalidez mental ¡Ridículo es!
¿Quién dijo que tengo sed?

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