Post-terremoto: cuando la calma no sucede a la tragedia

El suelo en el centro del país aún tiembla, las labores de rescate continúan y lo peor aún está por llegar; de acuerdo con especialistas, los días posteriores a un sismo son los más duros, pues la depresión, la psicosis colectiva y el estrés postraumático se hacen presentes

Elizabeth Marina / Portavoz

[dropcap]M[/dropcap]omentos de enorme tensión se viven de nuevo en México. Un sismo de 7.1 grados sacudió a los estados del centro, sólo 12 días después que un terremoto de 8.2 grados devastara municipios enteros en Chiapas y Oaxaca, y a 32 años que la Ciudad de México viviera uno de los peores movimientos telúricos registrados en la historia del país.
Aunque se desconoce el número total de víctimas por el temblor, se estima que son más de 200 los fallecidos, entre ellos infantes que quedaron atrapados entre los escombros tras el colapso de centros educativos, edificios y viviendas.
El suelo en el centro del país aún tiembla, las labores de rescate continúan pero lo peor aún está por llegar y es que de acuerdo con especialistas, los días posteriores a un sismo son los más duros, pues la depresión, la psicosis colectiva y el estrés postraumático se hacen presentes.
De acuerdo con la Coordinación de Psiquiatría y Salud Mental del Instituto del Seguro Social, días posteriores al sismo registrado el 19 de septiembre de 1985, el 54 por ciento de las personas que fueron atendidas presentaron ataques de miedo; el 28 por ciento, síndrome postraumático del estrés; el 18 por ciento, ansiedad generalizada y el 14 por ciento, estados depresivos.
En Oaxaca, Chiapas y parte de Tabasco ya empiezan a aparecer las primeras secuelas del sismo del pasado 7 de septiembre, las víctimas presentan ataques de pánico, estrés postraumático y depresión; todos son estados comunes después de presenciar un siniestro de tal magnitud que dejó pérdidas humanas importantes.
Los estudios psicológicos que se han realizado después de un desastre natural coinciden y especialistas indican que la depresión y el estrés postraumático son los más comunes.
La misma Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló, tras el terremoto que golpeó a los estados más pobres del país, que la atención inmediata a la salud mental de los damnificados es vital para evitar que las discapacidades sean permanentes.
Las secuelas mentales pueden presentarse a corto, mediano y largo plazo, dependiendo la reacción de cada individuo.
En Juchitán e Ixtaltepec, Oaxaca, la Unicef realizó evaluaciones para determinar el estado de infantes y reportó que en su mayoría, presentaron síntomas de estrés y miedo por volver a presenciar un sismo.

Mujeres, las más vulnerables

El trastorno de Estrés postraumático (TEPT) se presenta después que una persona ha vivido una situación de riesgo (abusos, violaciones o desastres naturales) y hace que las víctimas se sientan estresadas o con temor.
Los estudios muestran que las mujeres son quienes más lo sufren, sea días después del evento o incluso varios años después; las cifras indican que el 12 por ciento de las mujeres desarrollan TEPT tras una tragedia, mientras que sólo tres por ciento de los hombres lo hace.
Por ser más sensibles y sentir el compromiso de vigilar la integridad de sus seres queridos, las mujeres son 14 veces más propensas a morir en una situación de peligro extremo.
En la entidad chiapaneca se reportan un total de 80 mil 508 viviendas afectadas, 22 mil 340 con daños totales y 58 mil 168 de manera parcial, mientras que en Oaxaca suman más de 51 mil viviendas con daños totales o parciales, haciendo un total de casi dos millones de damnificados en ambas entidades.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *