Retos y oportunidades de la nueva administracin municipal

Foto: Nvinoticias

Por Eduardo Grajales

Este lunes concluyó por fin la efímera historia de una administración municipal que en menos de tres años logró causarle a Tuxtla mayores daños que los que le ocasionaron las gestiones de los non gratos Yassir Vázquez y Samuel Toledo, la cual se ha ganado por mucho no solo el coraje y el resentimiento de su población, sino un lugar en la historia de las peores presidencias que ha tenido la capital chiapaneca en los últimos años.
Adivinó, se trata de la gestión del ex alcalde Fernando Castellanos Cal y Mayor quien no solo no cumplió con sus propuestas de campaña -como abrir investigaciones serias y contundentes contra sus antecesores, o construir una calle al día, por citar uno de tantos ejemplos frustrados- sino que dejo a la ciudad y a su gobierno en bancarrota y en condiciones verdaderamente vergonzosas. El mismo que estuvo a punto de cometer semejante salvajismo a nivel estatal, de no haber sido por la oportuna decisión de millones de chiapanecos que votaron por un cambio, artos de este tipo de personajes de la nueva clase política local.
Bajo ese pensamiento que solo pudo concebirse en la mentalidad de un personaje como Castellanos, Tuxtla es hoy recibida por la nueva administración municipal en condiciones realmente deplorables: calles destruidas, un sistema de agua potable municipal endeudado hasta el cuello por no pagar la luz, un servicio de recolección de basura deficiente, oneroso y que a duras penas se puede costear, un (des)alumbrado público íntimamente ligado al creciente número de robos a transeúntes y casas habitación, un tránsito y una seguridad pública municipal mal equipada, que poco puede hacer ante el creciente número de vehículos y población.
Aunado a ello, el gobierno que se entrega arrastra consigo una serie de obras inconclusas y mal planeadas, producto de proyectos millonarios que se costearon posiblemente con el único fin de triangular recursos públicos a cuentas personales, y que hoy lucen en completo abandono (como la remodelación de la Calzada de Los Hombres Ilustres, por ejemplo), causando con ello deudas por doquier, empresarios locales a punto de la quiebra, y un creciente desempleo.
En fin, todo un caldo de cultivo que representa un verdadero polvorín político y social que difícilmente va a poder ser subsanado en los tres años que durará la nueva administración, que no por ello debe evadir su responsabilidad de intentarlo.
Y para colmo de males -porque cuando las cosas parecen estar mal, se pueden poner aún peor- miles de trabajadores municipales a punto de tomar medidas radicales en contra del Ayuntamiento, a través de los cuatro sindicatos que los respaldan ante los despidos injustificados de los que fueron víctimas y que claramente violentan sus derechos humanos y laborales.
En este contexto, el gobierno comandado ahora por un hombre cuya calidad moral y linaje político reconocido como Carlos Morales tiene una gran responsabilidad política y social, que lo pone en condiciones muy diferentes a las que llegaron sus antecesores, cuya finalidad personal fue la del saqueo a mansalva, la desmemoria y la completa falta de valores y de vergüenza.
Los momentos políticos a nivel nacional, estatal y municipal son otros y esto es la parte esperanzadora de la triste historia del trienio que se fue.
A Carlos Morales le toca vivir tiempos económicos difíciles pero de grandes oportunidades a nivel político, donde el dialogo social es creciente y donde hay una vigorosa participación ciudadana que están convirtiendo el enojo y el resentimiento en cultura y participación política.
Con estos elementos en conjunto, el nuevo presidente municipal tiene grandes retos pero también grandes oportunidades, a medida de que haga de ese dialogo y de esa participación los elementos detonadores del cambio, mediante los cuales involucre a la sociedad en sus decisiones, piense con ella sus acciones, y construya en conjunto proyectos vanguardista que atiendan sus necesidades.
Es una oportunidad única. Veremos si con esta filosofía que tiene como eje rector la honestidad, cabalga realmente la nueva administración y no concluye sumándose a la larga lista de los buenos deseos para Tuxtla, como fue el mito castellanista que terminó por ser peor de los que tanto criticó.
En tanto eso sucede y el beneficio de la duda es la mejor recepción que los tuxtlecos pueden darle a la nueva presidencia, la consigna es clara: ¡No más gobiernos como los de Castellanos, Yassir y Toledo! ¡Tuxtla y los capitalinos merecen un cambio! ¡Ahora es el momento!
dialectica902@hotmail.com

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