Revista La despensa, acomdese y lea

Cada mes presenciamos el parto de una revista que lleva risas, pero también sangre y músculo de «Los despensa»

Rodrigo Ramón Aquino

[dropcap]A[/dropcap]unque todo cabe sabiéndolo acomodar, el verdadero talento radica en saber qué llevar a la despensa.
Una acumulación arbitraria de abastos puede bien llenarnos la barriga, pero no satisfará nuestro apetito. Bocaza llena de razón cuando de apetito lector hablamos.
Por eso conviene referirnos a la revista mensual y gratuita La despensa, que dirige con creatividad, divertimento y buen olfato el comunicador Carlos Revueltas.
Revueltas no es sólo el encargado de seleccionar el contenido (textos diáfanos, de lectura rápida, amena, inteligente, otras irreverente, pero al fin y cabo un guiño constante), sino, también, de enriquecerlo con un discurso visual libre de alambrados, un diseño con harto pájaro revoloteando.
Y, efectivamente, todo se acomoda bien: la amistad, el trabajo, la historia, la anécdota, la ficción, los paseos, la música, el deporte, el cine, la tecnología, la literatura, y hasta la cocina.
Cada mes presenciamos el parto de una revista que lleva risas, pero también sangre y músculo de «Los despensa» (Arturo Barrientos, en la edición; Gabriel Toledo, en la corrección de estilo; e Isabel Ruiz, en la administración), un equipo que ha logrado lo que parece imposible para la mayoría de los proyectos editoriales nacientes: subsistir al chaz chaz de los anunciantes.
Ya con cinco números en su haber, con distribución en Tuxtla Gutiérrez y San Cristóbal, La despensa quiere ir, de a poquito, tampoco son cochis, acomodándose en su gusto y en su corazoncito. Así que le recomendamos que si se la encuentra por ahí, no lo dude, échela a su morraleta y llévesela pa su casa.

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