Terror feminicida en el Reforma 222

Un brutal caso de violencia machista paraliza uno de los centros comerciales más concurridos de la Ciudad de México

Agencias

[dropcap]B[/dropcap]urló todos los controles de seguridad. Subió a la segunda planta del centro comercial. Dos disparos. Uno al pecho, el otro al abdomen. Después dejó una nota en el mostrador de la tienda en la que trabajaba su esposa y se disparó en la cara. El feminicidio e intento de suicidio paralizó este lunes Reforma 222, uno de los centros comerciales más concurridos de la Ciudad de México. Selene, de 28 años, falleció horas más tarde. Alejandro, el agresor de 35, sobrevivió y se encuentra grave, pero estable en un hospital de la capital.
Después de las detonaciones, los trabajadores de las tiendas y los clientes corrieron para protegerse y resguardarse. Los hechos se produjeron a las tres de la tarde, en lo que había sido una anodina tarde de puente. Las primeras versiones barajaban que se había tratado de un robo a la zapatería Nine West de la plaza comercial, que se encuentra en el Paseo de la Reforma, una de las avenidas más transitadas e icónicas de la capital. Después las autoridades dieron a conocer que había sido un homicidio.
La Procuraduría (Fiscalía) local ha iniciado las investigaciones por el delito de homicidio calificado. Selene había pedido a Alejandro el divorcio y la custodia de su hijo. El agresor había estado preso tres veces por robo en 2002, 2004 y 2012 y ya había amenazado unos días antes a Selene. «No vas tú a destruir mi vida y después como si nada. Por puta te pasó esto», se lee en la supuesta nota que dejó el feminicida y que ha sido divulgada por la prensa mexicana.
«La mujer lesionada manifestó que el hombre la había amenazado a causa de un conflicto pasional», señaló la policía capitalina. En un país en el que son asesinadas siete mujeres a diario por la violencia machista, los «crímenes pasionales» aún son vistos como excusas y detonantes para atacar a las mujeres por el hecho de ser mujeres.
«El móvil fue la agresión directa, un tema de índole personal», ha dicho este martes el subprocurador Guillermo Terán al programa de radio de Ciro Gómez Leyva. El atacante está bajo custodia y perpetró el homicidio, que ya es formalmente investigado como un feminicidio, con un arma de calibre nueve milímetros. Alejandro no solo ya había pisado la cárcel, además existía el antecedente de una denuncia por violencia intrafamiliar, ha dicho Terán.
La reincidencia criminal ha puesto en el centro de la polémica al sistema de justicia del país, que se reformó en 2008, pero se ha aplicado de forma paulatina desde entonces. Las autoridades de Ciudad de México han asegurado en más de una ocasión que el nuevo sistema penal acusatorio ha disparado los índices delincuenciales y han dificultado la actuación de la policía. La capital tiene una tasa de reincidencia del 44,9 por ciento, la más alta del país y casi el doble del promedio nacional (25,9 por ciento), según la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad, que se publicó en julio pasado.
El Gobierno de la capital ha expuesto, además, que la población penitenciaria ha pasado 39.223 presos en 2015 a 28.222 internos en noviembre del año pasado, 11.000 personas menos en tres años. La enorme brecha entre la ley y la realidad ha encendido las alarmas de las autoridades, que además acusan la falta de recursos para que se hagan procesos adecuados de reinserción. «Se hace un cóctel muy difícil para la sociedad y se vuelve algo que puede ser muy peligroso», dijo a finales del año pasado el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.
Las fallas en la procuración de justicia, como la denuncia de violencia intrafamiliar contra Alejandro que no brindó protección a Selene, disuaden a las víctimas de reportar los delitos. La cifra negra en México, el número de delitos que no se denuncian o que no derivan en investigaciones de las autoridades, alcanzó el 93,6 por ciento en 2016, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública. A pesar de la invisibilidad de los delitos y la impunidad, el teléfono de emergencias del país recibe casi 300 llamadas diarias relacionadas con incidentes de violencia contra la mujer, según datos oficiales.

La normalidad y la normalización de la violencia
Menos de 24 horas después, el centro comercial ha vuelto a la «normalidad». «La verdad todavía estamos asustados por todo lo que pasó, pero la indicación de nuestros jefes y el personal de seguridad fue que regresáramos a nuestras labores con normalidad», cuenta Montserrat, una dependienta de 21 años que trabaja en un puesto a unos metros de la escena del crimen. «¿Cómo alguien pudo entrar armado a la plaza?», se pregunta.
«Lo vi en las noticias, pero me siento tranquila, es un lugar seguro, en general», opina en cambio María, una clienta de 42 años. «Con todo este desmadre, te pones a pensar que a veces como mujer una abusa mucho, no quiero ponerla en el papel de la víctima porque no sabemos qué pasó entre ellos», opina Laura García, otra trabajadora de 42 años. La normalización y la revictimización son otra cara de la violencia en el país y contra las mujeres. «He visto tantas cosas que ya no me sorprende, tienes que seguir adelante», afirma García.
«Nos tranquilizamos cuando supimos que no era un robo, al final si fue un pleito, se acaba ahí», comenta Eduardo, encargado de 23 años de una tienda de ropa aledaña a la escena del crimen. Tres mamparas y dos filas de torniquetes resguardan la entrada de la zapatería donde Alejandro mató a Selene.

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