Tras 67 años, Vaticano y China comienzan a «deshielar» sus relaciones

El cardenal de Hong Kong acusa a la Santa Sede de pedir a los obispos reconocidos por el Papa que renuncien en favor de los elegidos por el gobierno chino

Agencias

[dropcap]E[/dropcap]l papa Francisco puso en marcha grandes reformas a su llegada. Pero más allá de todos esos cambios estructurales, el movimiento político más importante que puede llevar a cabo durante su Pontificado, a punto de cumplir su quinto año, sería el deshielo de las relaciones de la Santa Sede con China, rotas desde 1951. Desde su nombramiento se han producido decenas de acercamientos. Pero Pekín sigue enrocada en dos cuestiones cruciales: La Santa Sede debe romper sus relaciones con Taiwán, y reconocer a los obispos nombrados por el país. Y en eso ha habido algunas novedades últimamente.
La primera demanda —la Santa Sede es uno de los 20 países con los que mantiene relaciones Taipei en todo el mundo— nunca ha sido un problema. El día después, apuntan fuentes conocedoras de la negociación, se podría llevar a cabo. Y en la segunda, según lo que publicó Asia News esta semana, se están produciendo movimientos relevantes, a pesar de que a no todo el mundo le guste. En China conviven dos iglesias: la oficial, que respalda el Gobierno y no reconoce la autoridad del Papa para nombrar obispos, y la clandestina, cuyos representantes se encuentran amenazados y siempre han tenido el apoyo de la Santa Sede. Y en ese sector, no siempre se ve bien el carácter de las negociaciones.
El silencio alrededor de esta compleja arquitectura diplomática es extremo. Pero el cardenal y antiguo obispo de Hong Kong, Joseph Zen ze-kiun, de 86 años y habitualmente crítico con los acercamientos entre ambos países, ha estallado y ha revelado información sensible. Según el purpurado, la Santa Sede mandó a China a una delegación —supuestamente de la secretaría de Estado— para pedir al obispo de 88 años de Shantou, Peter Zhuang, que renunciara a favor de Joseph Huang, excomulgado por el Vaticano en 2011 tras ser consagrado sin la aprobación papal. Algo insólito si no se ha cometido ningún delito o error flagrante y que se habría hecho para contentar a Pekín. La misma delegación, publicó Asian News y confirmó Zen, se desplazó a Fujian para pedirle a otro obispo clandestino, Guo Xijin, que se degradase y pasase a ser el auxiliar del obispo oficial Zhan Silu, ilegal hasta la fecha para el Vaticano.
A la luz de dichos acontecimientos, supuestamente realizados avanzar en las negociaciones, Zen se preguntaba en su artículo de Facebook: «Entonces, ¿creo que el Vaticano está vendiendo a la Iglesia Católica en China? Sí, definitivamente, si van en la dirección que es obvia dado todo lo que han hecho en los últimos años y meses». Zen pidió audiencia con el Papa y se vio con él el 12 de enero. Según el purpurado, Francisco le prometió interesarse por la situación. Además, aseguró que el Papa había pedido que no se crease otro caso Mindszenty, en referencia al líder de la Iglesia Católica en Hungría, encarcelado en 1940 bajo el régimen comunista y que fue finalmente obligado a abandonar el país y fue sustituido por alguien del agrado del régimen comunista.
El martes al mediodía el Vaticano negó que haya ninguna diferencia de opinión entre el Francisco y su equipo negociador o que al Pontífice le falte información. «El Papa está en constante contacto con sus colaboradores, en particular con la Secretaría de Estado para los asuntos chinos, y es informado por ellos fielmente y con detalle sobre la situación de la Iglesia Católica en China y sobre los pasos en el diálogo y en el progreso entre la Santa Sede y la República Popular China, que sigue con especial atención». El comunicado, como sí hace en otras ocasiones cuando corresponde, no negaba la veracidad de las informaciones sobre lo sucedido en China. Bernardo Cervellera, director de Asia News y experto en la materia, cree que es algo insólito. «Esto nunca había sucedido. A los obispos no se les pide una dimisión a menos que hayan hecho algo terrible o repugnante. Y en este caso tienen un currículum de mártires, de héroes», señala, mientras desliza que se está dando «carta blanca» a Pekín.
Las relaciones entre el Vaticano y China –con 40 millones de cristianos y 12 millones de católicos- están oficialmente rotas desde 1951, cuando Mao Zedong expulsó del país al Nuncio de la Santa Sede y a sus misioneros católicos. Desde el pontificado de Benedicto XVI ha habido gestos continuos para recuperarlas. Pero Francisco ha tomado el tema como un empeño personal. En 2014 rompió con décadas de frialdad al enviar un telegrama de saludo a su paso sobre espacio aéreo chino de camino a Corea del Sur. En mayo, China regaló al Vaticano dos obras del pintor Zhang Yang y se acordó el intercambio de 40 obras de arte una exposición con doble sede que en marzo auspiciará en Roma los Museos Vaticanos.

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