«Trump entreg Iran a los extremistas»

Los rivales de Rohani y sus aliados capitalizan la retirada de EEUU del acuerdo nuclear, favoreciéndolos en las elecciones de 2021, mientras tanto, el mandatario se apoya de la UE para intentar salvar el acuerdo y su futuro político

Agencias

[dropcap]L[/dropcap]a retirada de EE UU del acuerdo nuclear ha sido un golpe bajo para el presidente de Irán, Hasan Rohani, y la coalición de conservadores moderados y reformistas que le apoya. Desde el pasado martes, los ultras que les disputan el poder no pierden ocasión de recordarles que ellos ya habían advertido de la falta de fiabilidad de Washington. La fractura entre las élites dirigentes se evidencia ante el intento de salvar el pacto con la ayuda de la Unión Europea (UE), al que el Gobierno se agarra como a un clavo ardiendo frente al desdén de sus rivales políticos.
«Trump ha animado a los iraníes a votar por los extremistas», resume Mehdi Zakerian, profesor de Ciencias Políticas y presidente de la Asociación Iraní de Estudios Internacionales.
Aunque no hay elecciones presidenciales hasta 2021, los ultras se están frotando las manos convencidos de que el presidente ha quedado tocado para el resto de su mandato y de que ellos recuperarán el Parlamento en las legislativas del año que viene.
«Rohani y los reformistas están entre la espada y la pared, y eso favorece a los conservadores», concurre el veterano politólogo Davoud Hermidas-Bavand, a quien preocupan sobre todo los efectos económicos. «La gente ha alcanzado un alto nivel de frustración y no se puede descartar una explosión social, o que los países vecinos intenten capitalizar esa insatisfacción», advierte. Por eso considera crucial que la UE «resista las presiones de Trump» a sus empresas y defienda el Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC), nombre oficial del acuerdo.
Sin embargo, ni siquiera los analistas más favorables al pacto tienen muchas esperanzas. «Los europeos no han hecho suficiente [para frenar a Trump]. Confiamos en ellos cuando nos invitaron a las negociaciones nucleares porque nosotros no teníamos ningún interés. Cerramos Arak y Fordo. Permitimos las verificaciones del OIEA que certificó nuestro compromiso. Y ¿de qué ha servido?», se pregunta Zakerian visiblemente defraudado.
«Irán se dirige a abandonar el PIAC, siguiendo los pasos de Trump», asegura por su parte Foad Izadi, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Teherán. «Es cierto que se ha dado unas semanas para explorar la posibilidad de seguir con la UE pero, a la vista de la experiencia, tal vez no vea el beneficio de seguir sin EE UU», añade sin esconder su escepticismo.
Todos los analistas mencionan la dificultad de resolver el problema de las compañías europeas con intereses en EE UU y que, ante el riesgo de ser objeto de las nuevas sanciones de ese país, no van a arriesgarse a trabajar con Irán. Pero las peticiones iraníes van mucho más allá. Según fuentes europeas, Teherán quiere que la UE se comprometa a resolver el bloqueo bancario y a seguir comprando petróleo. También busca una compensación sin precisar por la pérdida de valor del acuerdo tras la salida de EE UU.
El objetivo parece inalcanzable. Aun así, el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, se ha embarcado en una visita a los otros firmantes del pacto, China, Rusia y la UE, en un último esfuerzo por salvarlo. La mayoría de los iraníes tiene claro que Rohani no es responsable del fracaso del PIAC, pero los más conservadores argumentan que su enfoque ha fracasado y apuestan por una estrategia de mayor firmeza.
«La salida de EE UU intenta romper la resistencia de los iraníes, algo que no es nuevo (…) pero el problema hoy no son las sanciones de EE UU, sino que algunas autoridades buscan las soluciones fuera en lugar de dentro [del país]», ha dicho el jefe de los Guardianes de la Revolución (Pasdarán), el general Mohammad Ali Jafari. El militar ya expresó el pasado miércoles sus dudas sobre la capacidad de los países europeos para salvar el PIAC.
«Rohani ha defraudado a los iraníes y está pagando el precio de haber apostado por el acuerdo. Su discurso tras el anuncio de Trump parecía un funeral. Su expresión y la de los ministros presentes denotaban preocupación tanto por Irán como por su futuro político. Tal como se están moviendo las cosas no es descartable que se repita lo que ocurrió tras [la presidencia del reformista] Jatami con la elección de[l radical] Ahmadineyad», advierte Izadi.
Algunos ultras, como el diputado Mohammad Ali Purmokhtar, incluso están agitando la idea de un militar para la presidencia. Aunque la Constitución prohíbe que los miembros de las Fuerzas Armadas se involucren en política, no impide que participen en las elecciones una vez que cuelgan el uniforme.
«Los iraníes no favorecen a candidatos con un pasado militar como se vio cuando se presentaron Baquer Ghalibaf [antiguo alcalde de Teherán] o el exjefe de los Pasdarán Mohsen Rezaei, que lo intentó hasta cuatro veces. No creo que otro vaya a tener más éxito, aunque tal vez Trump anime a algunos a votar en ese sentido», concluye Zakerian.

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