Tubo de ensayo / Rene Delios

Desde luego que hay mucha distancia entre Manlio Flavio Beltrones y Ricardo Anaya Córtes.
Al primero lo van a llamar dinosaurio y acusar de antecedentes turbios en su natal Sonora –en dónde como gobernador no hizo nada, y aun le tienen varios reclamos-, y de ser hijo putativo de Salinas, se pasó al bando negro de Zedillo sin ningún rubor.
Obvio es que de lo que se trata es de hacer mucho ruido para darle lucimiento a un cargo que políticamente tendrá mucha actividad en 2016 en las entidades del país, no en el escenario central, como lo era presidir la bancada priista en San Lázaro, y que de vez en vez permite ser protagónico nacional en los casos de relevancia.
Pero en la dirigencia nacional priista la verdad es como estar en stand by, y como a su antecesor Camacho Quiróz -Beltrones es ya el líder de facto- que ahora se va por él a la cámara de diputados a ocupar –quizás- el cargo de coordinador de bancada, se va a pasar buenas temporadas en la «sombra» pasadas las elecciones del año entrante y más si le va mal al PRI.
Ya sabemos que en el PRD –lo más antidemocrático del país- se va un descuadrilado Carlos Navarrete, que aunque hace el anuncio poco después del triunfo en Michoacán con Silvano Aureoles, queda claro que el desgaste interno y el demérito público se fue incrementado desde que los llamados «Chuchos » llegaron al poder, pero que fue fincado por Cuauhtémoc Cárdenas primero y López Obrador después, con la llamada a los «externos» que sustituyeron a los que aun que trabajaron dentro del partido años, no tenían con qué competir en dinero, en presencia y en cobertura.
Toda esa contaminación política azolvó la ideología, y una centro izquierda confusa tomó forma y empezó a verse poco a poco fenómenos absurdos especialmente en los estados, en dónde llegaban dirigentes –como en Chiapas- sin antecedente alguno en el partido del Sol Azteca, lo que al final lo tronó, hasta ser ahora un guiñapo con un dirigente si bien militante, muy solo ante el avasallador PVEM, a dónde se están yendo a mendingar ahora los traidores a la ideología de izquierda.
El caso es que las tribus y sus intereses oxidados, corrompieron al PRD, sus ideales y la sacudida es radical: hay que desechar las tribus.
Al Morena quien llegue: ahí no hay democracia; el santón es López Obrador y ni al caso discutirlo, y lo de menos es cómo se llame el dirigente y de qué sexo sea. El que manda, manda.
Al PAN llega Ricardo Anaya Cortés.
Para nada dogmático; ampliamente pragmático.
¿Se acuerdan de Castillo Peraza?
Faltará ver, si es de la corriente pragmática lerda o la pujante que se vio un poco con Diego Fernández de Cevallos.
Los conservadores no crecen ya en el PAN, no llegan a ser gobernadores y quieren llegar a presidentes como los evolucionistas, por llamarles de una forma, contrario a los conservadores que obstruyen cosas tan elementales como el aborto o el matrimonio entre iguales y ya no se diga la adopción por parte de parejas de un mismo sexo.
No me imagino a un cabildo tuxtleco panista aprobando una ley así.
En serio; aunque no lo crean los seguidores recalcitrantes del PAN en la Tuxtla bella, no apoyarían eso nunca, pues miran más al cielo mientras se llenan los bolsillos –sí, igual que los priistas, perredistas o del verde- que ver por la base social y sus planteamientos por muy mínimos que sean.
Porque ese tipo de cosas como abortar, no lo piensas hasta que te violan o embarazan a tu hija.
No creo que Ayala entre en esos terrenos, no da para tanto: la vieja estructura pesa, en especial en las entidades, lo bloquearía fácil, y si la quiere para 2018, tendrá que encontrar qué explotar políticamente pronto, porque recibe a su partido en el suelo, y la oportunidad está en 2016, año en que se renovarán doce gobiernos estatales.

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