Tubo de ensayo / Rene Delios

El asunto es que nadie le pregunta al pueblo si es necesario el cambio de nombre a un parque público, y pues desde las cúpulas administrativas consideran que el personaje o el acontecimiento de que se trate, lo amerita o merece y se hizo.
Porque ese espacio se llama Joyyo Mayu tiempo ha, no sé si desde el predio original de construcción como es el caso de Caña Hueca, parque deportivo al lado de éste recreativo, y que también en tiempos de Absalón Castellanos Domínguez le Cambiaron el nombre a «Plan Chiapas», que era el slogan oficial -plano y liso al estilo militar- y que nunca logró fincarse en la popularidad y se le devolvió su nombre original: «Caña Hueca».
Así, la polémica en torno al parque recreativo Joyyo Mayu motivó una disculpa pública del gobierno estatal que debió agradar al viejo político avecindado en Palenque, quien es quizás el que ha llegado a mejor posición que chiapaneco alguno en el servicio público federal, y que por la misma vía saliera por un evento de su tierra natal, que no solo sorprendió a México, sino al mundo todo, y no fue otra cosa que el levantamiento armado del EZLN, la mañana aquella del primero de enero de 1994, y que Paul Sthal puntual registró con una foto de Marcos que se fue a las portadas del mundo, mientras José Patrocinio González Blanco Garrido, salía de Gobernación para no regresar jamás, a la política en activo.
Desde luego que el asunto de mover el busto de Salomón González Blanco del parquesito de la Quinta Norte y Reloj Floral no era necesaria; no lo era incluso el encuentro de días al que acudieron –distinguidos, dijeron- tuxtlecos a demandar se le retornara su nombre original al parque de referencia, y que solo existe en el papel, porque en la vox populi ese parque se llama y seguirá llamando Joyyo Mayu, guste o no a autoridades del gobierno estatal o familiares del ponderado.
Y en eso no hay decreto que se imponga.
Evidentemente la reacción en redes fue inmediata como lo fue el de la familia y seguidores del recordado ex gobernante, a cuya memoria no se debió tratar así pues tampoco fue él quien pidió que lo colocaran en ese espacio público con imagen y nombre.
No es la primera vez que eso sucede –y por todo el país- en que el sistema quiere honrar a sus distinguidos con bustos y estatuas, que de vez en vez se derriban para satisfacción hueca –como esas estatuas- de los manifestantes. Tampoco lo es el que coexisten el nombre oficial y el popular, y de siempre se queda el segundo porque es como le llama la gente a Joyyo Mayu, que motivo una mini protesta que resultó en un latigazo de observación desde el palacio de gobierno, desde dónde sin tenerla, publicaron una disculpa pública que no se había dado nunca en el escenario político chiapaneco, y que viene a integrarse a esas cosas de la praxis política con carácter de inédito, y que apunté horas ha en las redes sociales, muy aparte del caso un tanto divertido de quitar y poner un busto que no explica nada entre el ex mandatario homenajeado y la cuestión ecológica de ese espacio arbolado, aunque si contara ya la anécdota política que relaciona al parque Joyyo Mayu con un viejo ex gobernador y un joven alcalde tuxtleco, en algo que hasta parece algo así como un mal cuento.

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