Venecia, «afeada» por cruceros

La ciudad italiana ha optado por restringir el acceso de las grandes embarcaciones para proteger la urbe

Agencias

[dropcap]V[/dropcap]enecia es un parque temático de lujo en el que uno paga, mira y calla. Ese es más o menos el resumen que hizo la semana pasada su alcalde, Luigi Brugnaro, para justificar que un restaurante cercano a la plaza de San Marcos le cobrase a una familia de tres miembros que no hablaba italiano 526 mil 50 euros. Los turistas, indignados porque les habían traído platos que no habían pedido, pagaron la cuenta y escribieron una carta al regidor porque esas cosas «pueden arruinar la reputación de Venecia». No querían un reembolso, dijeron. Solo lamentar lo sucedido. La respuesta de Brugnaro en una entrevista con Sky 24 fue todavía más sorprendente: «Uno come y bebe, y luego no sabe italiano. Si vienes a Italia, aprende la lengua, incluso un poco de veneciano. Han comido langosta y ni siquiera han dejado propina». Una explicación, en suma, que habla de todo un modelo.
La sobreexplotación turística de Venecia, la ciudad del mundo más afectada por esta industria (55 mil habitantes frente a 24 millones de visitantes al año), ha tocado fondo con la llegada de cruceros. Este año han desembarcado 2,5 millones de pasajeros y el encanto de su laguna ha vuelto a convertirse en una grotesca postal con barcos gigantes a pocos metros del Palacio Ducal. De modo que el Gobierno ha aprobado que, desde enero de 2018, se reduzca de forma gradual el tráfico de estos megabarcos. El acceso quedará por el momento abierto a los de menos de 55 mil toneladas; los que superen este peso serán desviados al paso de Malamocco y atracarán en el puerto de Marghera, en Mestre.

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