A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Veneración Presidencial (III parte)

Otra caso de la historia donde un héroe pasa villano, es sin duda Porfirio Díaz. El México moderno no puede concebirse sin su paso como presidente de México. Es el joven militar victorioso que acompaña a Ignacio Zaragoza, ambos héroes en la batalla de Puebla. Los fuertes de Loreto y Guadalupe ocupaban una posición estratégica. Zaragoza ordena derribar las cúpulas para no ser visibilizado por la artillería francesa que se encontraba al pie de una cuesta en un terreno escarpado. El general conservador Márquez intenta rodear de noche el fuerte y atacar por la retaguardia. Quien lo ataja es Porfirio Díaz que lo obliga a retirarse. Esa batalla es crucial para el triunfo final del ejercito mexicano sobre el Francés. El Conde de Lorencez que comandaba a los franceses, montado en la soberbia decide de todos modos atacar desde una posición desventajosa y su ejercito sufre bajas considerables en la famosa batalla de Puebla. Díaz es el artífice, Zaragoza el político que se asegura en 1862, un lugar en la historia.
Es también Porfirio Díaz quien ataca por el sur tomando Puebla años después en 1867 el que toma la ciudad de México para el triunfo de la república sobre el imperio. Ahí espera el arribo de un Benito Juárez triunfante que viene de derrotar con el general Mariano Escobedo a Maximiliano en Querétaro. Después de la figura de Juárez, no hay otra más popular que la de Porfirio Díaz, quien tiempo después con el plan de la Noria se lanza por la presidencia contra la afanes reelecionistas del benemérito que logra instalarse en ella por 14 años. A Juárez lo derrota una angina de pecho. A Díaz su avanzada edad y su voluntaria renuncia para no perpetuarse más a costa de un enfrentamiento entre los mexicanos. Juárez aleja el fantasma del intervencionismo militar extranjero, consolida el estado laico y la forma republicana de gobierno. Porfirio es el constructor del México moderno. Es quien comunica el país y lleva el ferrocarril de norte a sur. Es quien coloca a México como una potencia respetable ante las naciones más poderosas del mundo comenzando por nuestros vecinos del norte. Cada uno en su tiempo los hombres más fuertes y populares del país.
En un hecho inédito, Porfirio Díaz no ostenta su liderazgo en demeritar el de Juárez. Por el contrario honra su memoria y legado. Sin embargo el viejo General no corre con mejor suerte. El régimen postrevolucionario decide estigmatizarlo, culparlo de la desigualdad y la opresión que supuestamente dio origen al movimiento revolucionario. Pero no es así. Díaz no se sostiene a toda costa, no se aferra al poder a cualquier costo y se autoexilia del país.
Las otras luchas son coyunturales. Villa y Zapata luchan por causas reivindicatorias pero distintas, uno en el norte otro en sur son a la postre héroes de la revolución. Ambos mueren asesinados por los otros caudillos de la revolución con quienes hoy comparten un mausoleo.
Madero no lucha contra la desigualdad social o la injusticia, sino por la no reelección. Es un presidente débil superado por la realidad y traicionado por su propio mando militar en manos de Victoriano Huerta. Victima de la conspiración orquestada por Henry Lane Wilson, el tenebroso embajador norteamericano que incita a Huerta a tomar el poder. Madero es venerado por su martirologio. Su asesinato artero es producto de la traición a su anodino carácter.
Lo que sucede después es una sucesión de crímenes en la lucha por el poder. Traidores y traicionados comparten honores en el monumento a la revolución. Carranza ordena matar a Zapata, Carranza es asesinado por Obregón y este último por Calles. Cárdenas no ordena matar a Calles pero lo manda exiliado fuera del país. Entre todos ellos se edificó la historia moderna de nuestro país y sus nombres que tanto sacralizamos.
Un nuevo régimen que dio origen al PNR en 1929, su hijo el PRM en 1938 , su nieto el PRI en 1946 y su biznieto Morena quien gobierna actualmente nuestro país. Todos ellos escribiendo la historia a modo de sus propios dictados políticos e intereses. No hay ninguna novedad en las figuras en que toma asiento ideológico la 4t. Es el General Plutarco Elías Calles, el General Cárdenas, el primer civil Miguel Alemán, después de Madero y ahora López Obrador, quienes interpretan a su modo el rumbo de la historia en nuestro país. Todos sentados en la silla del águila, todos instalados en su presidencia imperial, todos afanosos de pasar a la historia, pero no todos con la misma suerte.

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