A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Adiós a la inversión

Apenas el 30 de enero pasado el presidente anunció la creación del gabinete para el crecimiento económico a cargo del empresario Alfonso Romo, jefe de la oficina de la presidencia. El objetivo: Coordinar los esfuerzos gubernamentales para captar mayor inversión privada. Sin crecimiento, dijo el presidente, no hay nada que ofrecerles a los 50 millones de pobres, porque tenemos que generar empleo y crear entusiasmo para que México se convierta en el paraíso de la inversión. Fue el mismo día en que el INEGI dio a conocer que se registraba la mayor caida económica en una década después de que la economía se contrajo en 2009 producto de la crisis inmobiliaria en los EU y el virus de la influenza.

Atrás habría quedado la oferta de crecer al 6%, que luego se convirtio en 4%, arrancó en 2.4% y terminó en 0.1%. Y no es de extrañarse. Todas las medidas anunciadas por el presidente al inicio de su gobierno pusieron en el paredon a la iniciativa privada. La cancelación del NAIM será recordada como la mas brutal de las decisiones. Se trataba del proyecto de infraestructura en comunicaciones más importante en muchos años para el país. El proyecto que pretendió iniciarse en el año 2000, hace 20 años, por parte del gobierno de Fox, se topó con la resistencia de comunidades en San Salvador Atenco, lo cual orilló al gobierno a posponer y modificar el área. Ya no hubo necesidad de conflictuarse. El proyecto se haría en una area que no implicaba mayores riesgos sociales. Con más de 100 mil millones de pesos invertidos, el presidente lo canceló. Organizó para eso una consulta patito en que sus huestes a la mínima señal se inclinaron en contra dejando enterrado un proyecto para los próximos 100 años. Se adujo corrupción y costos suntuosos. Se inició a fortiori una nueva terminal que no cuenta con el visto bueno de los organismos internacionales en materia aeronáutica.

Después vinieron los cambios en materia fiscal. Leyes draconianas para apretar a las empresas, mientras la informalidad a todo lo que da. Bloqueos carreteros y a las vías ferreas de comunicación. La cancelación de la reforma energética canceló proyectos multimillonarios de inversión. Nos dejó en manos de dos monopolios obsoletos que funcionan generando perdidas. Pemex es un mounstruo inoperante con más de 120 mil trabajadores y unos 150 mil jubilados. Produce mucho menos que otras petroleras en el mundo.

Y por si fuera poco se viene abajo el precio del petroleo. A 15 dólares cuando cuesta 14 producirla y con una empresa, Pemex, que este año tuvo perdidas por 360 mil millones de pesos. Yo no estoy de acuerdo en que digan que es de todos los mexicanos. Si fueramos accionistas vamos a terminar pagando en vez de ganando. El dólar se ha disparado casi a 26 pesos. Cayó la recaudación porque se desetimulo la inversión. Por eso se fue el Secretario de Hacienda Carlos Urzua. No quiso ser complice de lo que se venía encima. En sintesis han hecho todo lo posible para alejar y demostivar la inversión privada. Los resultados están a la vista.

Y en medio de la tormenta perfecta viene el coronavirus. Por si faltaba más. Por eso no saben como manejarlo. Nuestra economía está en alfileres. El sector salud, colapsado. Y para ponerle la cereza al pastel, hacen con consulta patito para cancelar una inversión en Mexicali de la empresa extranjera Constellation Brands por 1,400 millones de dólares. El presidente optó por dejar a los agitadores de siempre, desinformados, ignorantes, que no se toman la molestía de averiguar, la decisión de cancelar un proyecto de inversión que ya les generó enormes perdidas.

Yo no se que hace Alfonso Romo en el gabinete. De los refuianes se entiende pero de un empresario no. Es una vergüenza. Al día de hoy no ha presentadado, ni presentará, el anunciado plan para promover la inversión. El coronavirus cambio todos los planes. No se van a cancelar los caprichosos proyectos del presidente que nos están costando 400 mil millones de pesos. Se va endeudar al país para «ayudar» a los más pobres, no con empleo sino con dádivas. Vamos a toda velocidad pero en reversa…

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