A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Sin mezquindad

Escuchaba con interés la entrevista de Carlos Loret de Mola con Marco Cortés, el dirigente nacional del PAN. Abundaba sobre la posibilidad de alianzas estratégicas para que la oposición logre arrebatar en el 21 la mayoría a Morena en el Congreso. En mi opinión se trata no de obstruir al presidente, sino de hacer que las decisiones que atañen a los mexicanos sean producto del consenso y la construcción de acuerdos como reflejo de la pluralidad política del país. De hacer un efectivo un contrapeso, cuantas veces sea necesario, contra las tentaciones autoritarias y el uso del mayoriteo a diestra y siniestra como ha venido sucediendo.

Más aún de defender y representar a millones de mexicanos que no están de acuerdo con la idea de país que tiene la cuarta transformación. Ya hemos visto que ni ellos mismos están de acuerdo. Se ha hecho evidente con las posturas al interior de Morena, en el congreso y en el propio gabinete. Hay escisiones y renuncias como no había sucedido antes en ningún gobierno. Posturas sensatas contra las regresiones que pretenden reinstalar el viejo presidencialismo subyugante y omnipresente.

No se trata, para la oposición, de recuperar espacios perdidos ni de reposicionarse frente al electorado. Si solo se pretende sacar raja de los errores del gobierno y sus magros resultados, entonces quiere decir que no se ha entendido la lección y el castigo impuesto en las urnas por no tener partidos políticos que respondan a los intereses de la sociedad. No se trata tampoco de renegociar cuotas en beneficio de la anquilosada burocracia partidista renuente a abrir sus espacios a una sociedad deseosa de participar e incidir en las decisiones que se toman desde el poder.

De lo que se trata es de defender a las instituciones que tanto trabajo ha costado forjar y que hoy están bajo permanente acoso. De salvaguardar las libertades hoy amenazadas por la intolerancia, la soberbia, el autoritarismo y el maniqueísmo que apuestan a un pensamiento monolítico contra la libertad de expresión y el derecho a disentir. De exigir transparencia en el manejo de los recursos públicos. De evitar la aplicación selectiva, discrecional y represora de la ley. De reactivar la economía. De abatir el problema de la inseguridad cada vez más creciente. De gobernar para todos.

Iba bien Marco Cortés hasta que le preguntaron por Felipe Calderón y el partido México Libre. Tres veces le preguntó Loret y tres veces evadió la respuesta. Confirma la visión errónea del voto dividido siendo que Calderón afirmó en ese mismo espacio con Loret que estaría dispuesto a hacer alianzas de facto, precisamente para no dividir el voto.

Es mezquindad. No tiene otro nombre. Fue la misma razón por la que Ricardo Anaya, siendo juez y arbitro en la contienda interna del PAN, provocó una escisión que nos costó la presidencia si es que había alguna posibilidad. Que privilegió su imposición como candidato a costa de la unidad. Que no intentó ni el más mínimo acuerdo con Meade para favorecer el voto útil anteponiendo el interés del país. Muchos ciudadanos se lo pidieron y se lo piden ahora a la oposición.

El llamado es a ponerse de acuerdo y constituir sólidos frentes contra una eventual elección de estado apoyada en el dispendio de los recursos públicos en programas sociales. No tienen otro objetivo que no sea el de garantizar la perpetuidad del partido en el poder. Para eso se apoyan en la base social de la pobreza a costa del despilfarro de las finanzas públicas y la quiebra del país.

Pero contrario a esa visión, pienso que la mesa esta puesta porque no hay bolsillo que aguante la verborrea presidencial ante las necesidades más apremiantes e insatisfechas de los hogares mexicanos. No hay mayor preocupación que la salud, la inseguridad y el desempleo que hoy están por los suelos. Eso se ha reflejado en la caída gradual pero permanente en la popularidad del presidente. En una baja considerable en las preferencias electorales hacia Morena. La elección del 21 es la madre de todas las batallas. Sino lo entiende de una vez por todas la partidocracia opositora, desde ahora está perdida.

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