A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

¿Con qué cara?

De los 252 diputados que conforman la bancada de Morena, 232 quieren ser nuevamente diputados; 64 de los 77 del PAN, 43 de los 48 del PRI, 43 de los 46 del PT, 22 de los 27 de MC, 22 de los 24 del PES, los 11 del PVEM, 7 de los 12 del PRD, y los 3 independientes.

Habrá que preguntarse con qué cara piensan convencer a sus electores, sobre todo, los que han apoyado sistemáticamente y sin chistar las iniciativas del señor Obrador. De la oposición destacan algunas voces disonantes, pero también los hay que solo han ido a calentar el asiento. Se debe quizás a que no están lo suficientemente preparados para realizar un papel destacado, sino en el ámbito nacional o al menos en su propio distrito.

Es evidente que no todos pueden realizar un rol protagónico, pero al menos existen hoy herramientas en las redes digitales para enterar a sus electores de su labor legislativa. Ya está visto que se piensan colgar de la figura del presidente. Que se van atribuir sus presuntos logros como si fueran propios cuando en realidad son auténticos fracasos. Habrá que ver en cada uno de sus distritos que beneficio específico llevaron. Los que votaron con la esperanza de que su situación mejoraría, no se van a tragar el cuento de que la culpa la tiene el PRIAN, el neoliberalismo o Felipe Calderón.

Hay millones de desempleados. A ellos no les interesa que nuestra moneda no se haya devaluado (aunque si se devaluó) o que no haya inflación, porque el poder adquisitivo ha disminuido notablemente. La gente compra lo necesario para subsistir. Ofrecieron en campaña bajar el precio de la gasolina y ahora presumen que no ha aumentado. De la violencia ni hablar, las cifras de muertes han superado por mucho a las de los gobiernos anteriores. Los recursos para el campo han disminuido drásticamente. Las microempresas no han tenido apoyo del gobierno. Millones de pequeños comercios han cerrado en el país.

Pero no se crea que están mancos ni tullidos. Apuestan a la operación del gobierno que este año tiró toda la carne al asador aumentando los apoyos asistenciales. La militancia de Morena no se incrementó en estos dos años, lo que sí desplegó, el gobierno federal, es un ejército de operadores a sueldo que manejan con total opacidad los padrones de beneficiarios. Dilapidaron todos los recursos disponibles y los no disponibles en ello. A eso le apuestan. Es la vieja receta del voto clientelar. Es una compra descarada de votos con las facilidades de la tarjeta de bienestar. Y por supuesto confían en los ardides del presidente que ha apostado a la polarización del país. Sus sectarios seguidores siguen escuchando el canto de las sirenas. Claman por venganza contra los privilegiados, en una falsa retórica luchoclasista que apela a la redención del pueblo siempre resentido.

A falta de cuadros aprovechan la avaricia de políticos sin principios dispuestos a sumarse a cambio de candidaturas. Son el partido de estado tutelados por su santidad inmaculada el mayor demagogo de la historia del país. Elegirán por encuestas sin importar de quien se trate como pasó con Salgado Macedonio en Guerrero. Apuestan a los actuales diputados a falta de nuevos liderazgos. Saben que muchos de los que aspiran a relevarlos no tienen posibilidades reales, aunque aleguen su derecho a participar.

La oposición enfrenta la disyuntiva de capitalizar el voto de los desencantados. Apuesta con pragmatismo por políticos probados en la arena pública. También apuesta a la popularidad. Por simple aritmética sabe que aliada puede evitar la dispersión de las preferencias electorales. Tiene más gubernaturas en su poder. Morena solo cinco. Y en las 15 gubernaturas de este año se juegan el todo por el todo. Es la madre de todas las batallas. Por un lado, está la lucha por el poder. La ambición política que se aprovecha de la coyuntura. Y por otro una sociedad expectante que terminará eligiendo con su voto útil y en algunos casos, por lo menos peor.

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