A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Podrán decir misa

Podrán decir misa, pero el manejo de la pandemia en nuestro país ha sido un desastre. El gobierno subestimó desde un principio sus alcances, la minimizó. Sabía que traería un costo económico o político y se opuso reiteradamente al confinamiento, el uso del cubrebocas y la realización oportuna de pruebas para aislar a los portadores y evitar así la multiplicación de contagios. Varios países lo hicieron con eficacia. Tomaron medidas drásticas, duras para su población, pero lograron cercar al letal virus.

China, el país más poblado del mundo con 1,393 millones de habitantes (10 veces más que México) no llega a los 5 mil fallecidos.   México registró una tasa de 8,7 muertes por cada 100 pacientes contagiados de covid-19, lo que lo coloca en el primer lugar mundial en este indicador. Ya alcanzó la cifra de 180 mil fallecidos reconocidos oficialmente, aunque se calcula que podría ser más del doble. Es seguido por Perú con 3,6 muertes por cada 100 contagios, Italia con 3,5, Sudáfrica con 3,2, y el Reino Unido con 2,9 muertes cada 100 casos, esto según datos proporcionados por la Universidad Johns Hopkins.

En un informe reciente, el Banco Mundial advirtió que la pandemia de Covid causará la mayor crisis económica mundial desde por lo menos 1870 y amenaza con provocar un aumento drástico en los niveles de pobreza en todo el mundo. En contraste, para 30 países, este año será de crecimiento, aunque menor a lo esperado. La estrategia se ha centrado en un eficaz combate a la propagación del virus, apoyo al empleo, créditos con bajas tasas de interés a las Pymes y apoyos fiscales. Se protege el empleo apoyando a los empleadores y no al revés. Se ha priorizado el gasto en salud y no andan ahí construyendo trenes, refinerías o aeropuertos.

Salvo el sector agrícola que depende de las exportaciones y los envíos de remesas de nuestros connacionales en Estados Unidos, el resto de nuestra planta productiva se ha desacelerado por completo con una caída superior al 8.5% del PIB. Lo más dramático es que, a pesar de haber heredado finanzas sanas, el presidente está acabando con todos los ahorros del país comenzando por el fondo de estabilización y los recursos destinados a 89 fideicomisos.

En plena emergencia sanitaria y económica, Amlo derrocha los recursos disponibles en sus tres obras que considera emblemáticas y cuyo costo estimado podría alcanzar los 650 mil millones de pesos. Su obsesión por rescatar a PEMEX y monopolizar la generación de energía en la CFE es enfermiza. Ambas empresas reportan pérdidas multimillonarias.  PEMEX por más de 650 millones de pesos el año pasado, mientras que la CFE va camino a extinguir la participación del sector privado en la generación de energías que son hasta 7 veces más baratas y además, renovables, eólicas y solares. Es una locura.

Más pobres

Nada de lo ofrecido por el presidente acabará con la pobreza sino por el contrario. Al final de su sexenio habrá cuando menos 10 millones más, pero la culpa será del Covid, Calderón y el PRIAN. Ninguna de sus promesas será posible porque no habrá dinero para seguir repartiendo. La quiebra de empresas, no las grandes, sino las medianas, pequeñas y micros, disminuirá significativamente la recaudación. Solo falta que termine endeudando aún más al país para cerrar con broche de oro. No habrá crecimiento económico, no disminuirá la inseguridad, no bajará el precio de la gasolina, no habrá un sistema de salud como en Dinamarca, ni discriminará la migración a los Estados Unidos.

El aeropuerto de Santa Lucia será inoperante al no tener las certificaciones internacionales en materia aeronáutica civi. Si funcionara Dos Bocas, su vida útil será de 10 a 15 años, no más, al entrar al mercado mundial el uso extensivo de los autos eléctricos. El tren Maya resultará incosteable como lo han advertido diferentes expertos en la materia. Serán el monumento a la insensatez, la corrupción y la locura, de quien será recordado como: el peor presidente, en el peor momento de nuestra historia.

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