A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Jose Luis Gonzalez / Reuters

Tú decides

Este 6 de junio los mexicanos tenemos en nuestras manos una decisión histórica. De ello dependerá el futuro de toda una generación a la que podríamos condenar si no decidimos correctamente. Peor aún sino participamos. De nada nos sirve quejarnos amargamente en las redes sociales. Enfrascarnos en discusiones eternas en las que muchas veces terminamos por transgredirnos, sin resolver absolutamente nada.

Nuestro país se encuentra polarizado y dividido y eso nos ha vuelto más vulnerables ante embates como el de la pandemia a la que enfrentamos con singular incapacidad y con funestas consecuencias. El 2018 fue un parteaguas donde triunfó el hartazgo de una parte de nuestra sociedad que otorgó un poder absoluto al presidente de la república que en consecuencia ha ejercido un poder autocrático y sin limites, incluyendo el mandato constitucional que protestó cumplir y hacer cumplir, pero que le resulta estorboso.

Yo sinceramente lamento el que el presidente haya dilapidado el bono democrático y su propia legitimidad. Yo no voté por él, por supuesto; y no porque no quisiera que se acabara la corrupción que fue su principal bandera. Detrás de esa bandera se encontraba un pensamiento retrogrado en materia económica que desentona con la ruta de nuestro país que se apuntaba como una de las principales economías del mundo, aunque con una enorme desigualdad social y regional.

Desde la entrada al Tratado de Libre Comercio con América del Norte se pretendió matizar esa desigualdad a través de programas sociales y asistenciales que al paso del tiempo han probado su ineficacia haciendo más grande la brecha de la desigualdad. Chiapas es hoy más pobre que en 1994, cuando se dio el levantamiento zapatista. El 70% vive en la pobreza y de ello un 20% en la extrema pobreza a pesar de que se han invertido exorbitantes cantidades de dinero en abatirla. El remedio salió peor que la enfermedad. Se ha disparado la pobreza al grado de que somos hoy 10% más pobres entre los pobres. Con ello también vino aparejada la corrupción que ha lucrado con la obra social y las cascadas de dinero en diferentes programas sociales y de una infraestructura que no ha sido enfocada en detonar nuestra enorme riqueza natural y nuestro capital humano.

Lo que si se ha multiplicado es el clientelismo a tal grado de que nos hemos convertido en un reservorio de votos para las elecciones presidenciales. Nuestra clase política no solo no ha estado a la altura de las circunstancias, sino que se ha envilecido a grados insospechados. Todo esfuerzo por una visión de largo plazo que potencialice nuestras capacidades ha sido en vano. A falta de ello, hemos sido el conejillo de indias de las ocurrencias gubernamentales.

La falta de planeación ha dado al traste con las políticas públicas. Ahí están olvidadas las ciudades rurales y toda la inversión en puerto Chiapas para el establecimiento de una zona económica especial. Tenemos un aeropuerto internacional en Palenque que apenas funciona y llevamos 3 sexenios consecutivos con la promesa de una carretera, la de San Cristóbal a Palenque, que una al norte del estado con el resto de la entidad. Invertimos uno de cada tres pesos de nuestro enorme presupuesto en educación y seguimos ocupando el último lugar en las evaluaciones educativas a nivel nacional.

Tenemos de acuerdo al INEGI la población más joven de todo el país. Para ellos no hay futuro ni oportunidades. No tenemos una política de población. Crecemos exponencialmente y con ello crece la pobreza y nuestras carencias. Nuestras comunidades se multiplican y dispersan por todo el territorio haciendo incosteable todo esfuerzo gubernamental por proveer los más básicos servicios de salud, educación o agua potable. La degradación ambiental es cada vez mayor. No hay una visión económica, no hay estado de derecho y así no hay futuro.

A como va el país con una pendiente de crisis económica y sin una visión de desarrollo para nuestro estado más allá de la continuidad de los programas asistenciales, nuestro futuro no pinta nada bien. La lucha por el poder se ha vuelto una meta aspiracional de quienes participan en política para ser parte de una élite que lucra con la política. Necesitamos ya, sacudirnos de nuestras ataduras, elegir bien y ejercer el voto como un mandato para exigir a nuestros gobernantes que se dediquen a servir y no a servirse. Es ahora o no será. Tú decides.

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