A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Tres pies al gato

La reciente visita del dictador cubano Díaz- Canel como invitado de honor a la celebración del grito de independencia no le abona absolutamente nada a nuestro país. Sobre todo, ante las recientes e inéditas manifestaciones que desataron una ola de represión en Cuba. Tan solo por el hecho de que los cubanos manifestaron su hartazgo hacia un régimen autoritario que tiene los tiene sumidos en la pobreza y no respeta los más esenciales derechos humanos.

A ello hay que sumar la condena que hizo el presidente mexicano hacia el bloqueo norteamericano. La gran pregunta es ¿qué beneficio le puede acarrear a nuestro país? y más aún si los Estados Unidos son nuestro principal socio comercial con beneficios recíprocos. A ello hay que sumar el millonario número de migrantes mexicanos en los EU sin cuyas remesas México estaría en la lona. Lo acaba de presumir el presidente como uno de los records de su gobierno. Más de 40 mil millones de dólares en el primer trimestre lo cual supera lo que anualmente se recibía en todo un año, más o menos unos 35 mdd.

Y ni qué decir del bloqueo fronterizo a la inmigración a solicitud expresa de los norteamericanos. México se está convirtiendo de facto en el refugio de todas esas decenas de miles de migrantes que hoy tienen sitiada a la ciudad de Tapachula. Es lamentable ver el escarnio de que son víctimas y hacerse de la vista gorda ante las redes criminales del tráfico ilegal y la trata de personas. Esa migración estancada en México en situación de ilegalidad se va reflejar en conflictos sociales como los que ya estamos viendo en la frontera.

Lo peor es que Nicolás Maduro ya le está haciendo creer a López Obrador que ocupará un lugar de liderazgo en el bloque de gobiernos autócratas de izquierda en Latinoamérica. México es la cede del encuentro del CELAC que agrupa a los estados americanos y del caribe. Los socios del foro de Sao Paulo, ahora denominado de Puebla, apuestan por tronar a la OEA que es la Organización de Estados Americanos liderada por Almagro, el cual no ha dudado en señalar a los países cuyos liderazgos autoritarios han violentado la carta democrática de la OEA. Es menester señalar que son tratados internacionales que tienen obligatoriedad constitucional y no están sujetos a esa extraña interpretación a modo que luego hacen los gobernantes populistas.

El mismo día que Díaz-Canel llegó a México, el parlamento de la Unión Europea votaba mayoritariamente una condena más al gobernó cubano. No, Díaz-Canel no es un invitado como para andarlo presumiendo y eso no pasa inadvertido para el departamento de estado norteamericano. Si seguimos rascándole la panza a ese Tigre nos puede resultar contraproducente. Y ahora Estados Unidos no tiene que mandar a los marines a ningún lado. Bastaría con castigar con un 6% los productos mexicanos, como amenazó vía twitter Donald Trump, para poner a temblar a la economía mexicana.

México ya no es ese país de los 70s que se convirtió en el 2do productor mundial de petróleo y al que los americanos trataban con ciertas contemplaciones. Tampoco es ese líder al que los latinoamericanos veían como su gran aliado en pasado. Representamos un bloque en Norteamérica que nos vincula no solo económico sino también en lo social y político. Por eso es que la invitación a Díaz-Canel no tiene ninguna justificación diplomática. Solo falta que invitemos a Putin y al dictador Norcoreano. Así como vamos le vamos a llenar a los gringos el buche de piedras y créanme, eso no le conviene a México.

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