A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Sopa de sapos

El síndrome de la rana hervida describe una amenaza que es progresivamente tan lenta que sus daños no pueden percibirse. La falta de conciencia genera que no haya reacciones o que estas sean tardías como para evitar o revertir los daños que ya están hechos. La premisa es que, si una rana se pone repentinamente en agua hirviendo, saltará, pero si la rana se pone en agua tibia que luego se lleva a ebullición lentamente, no percibirá el peligro y se cocerá hasta la muerte.

EL ANTIINFIERNO

Dante Alighieri nos dice en La Divina Comedia preguntando a Virgilio: ¿Qué son esos suspiros, gritos y llantos que retumban el en aire sin estrellas?», y éste le responde: «vienen del Antiinfierno, donde son castigadas las tristes almas que vivieron sin infamia y sin honor. Son los ignavos (indolentes, flojos y asustadizos), almas que en vida no hicieron ni el bien ni el mal, por su elección de cobardía».

PRIMERO VINIERON…

En el Museo Memorial del Holocausto de los Estados Unidos está grabado este poema:

«Primero vinieron por los socialistas,
y yo no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos,
y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí,
y no quedó nadie para hablar por mí»

El autor fue el pastor luterano alemán Martin Niemöller, dejó esa sentencia ante la indiferencia que permitió la llegada de los nazis al poder y sus pavorosas consecuencias.

INDOLENTES

Ante un país que se desgaja paso a paso, donde las instituciones de la democracia son desmanteladas, la libre prensa es fustigada y la oposición permanece impávida, indolente. Donde la cultura, los científicos, los académicos, los intelectuales, los empresarios, los deportistas, las clases medias, los ambientalistas, las madres de los desaparecidos, las feministas, los agricultores y un largo etcétera, están siendo desvalorados sistemáticamente, despojados de su derecho a disentir, menos a reclamar o exigir, nadie dice nada hasta que no le toca. Así sucede en muchos países embelesados por el canto de los populistas. Cuando descubren el engaño ya es tarde. Es la muerte lenta de las ranas, el destino de los apáticos, de los mezquinos, que lloran su suerte y se resignan a la fatalidad. Millones migrando de Venezuela o Cuba, abandonando su patria, esa cuyos políticos y ciudadanos no supieron defender a tiempo.

LOS HOMBRES BUENOS

Martin Luther King hablaba de los silencios culpables: “Dios nos juzgará no tanto por las cosas malas que hicimos, sino por las buenas que debimos hacer y no hicimos. Los malvados hablan y bien alto. En cambio, los «hombres buenos» creen que ser correctos es hacer lo contrario, y se inhiben de toda actuación que suponga una confrontación, un enfrentamiento, una denuncia, porque se confunde enfrentamiento con falta de amor y denuncia con falta de respeto. Y de esta forma, ante la falta de confrontación, se llega al consentimiento; y la ausencia de enfrentamiento degenera en cobardía”.

LA CASTA

Y no, no son los ciudadanos precisamente los culpables. Ellos cumplen con las reglas, pagan sus impuestos, conviven en paz en la medida de lo posible. No son sólo los ciudadanos. Ellos ya se manifestaron en todo el país para defender al INE. Más bien es esa nuestra clase política. La casta -el establishment- que lucha por conservar sus privilegios. Alito haciéndola de árbitro y ahora apuntado como jugador. Marko Cortés pidiendo un millón de firmas, complicando el proceso de selección de su postura para candidato presidencial, cuando el PAN no pasa de 300 mil afiliados. Dante jugando a las escondidas. Es Morena destapando corcholatas, simulando competir a sabiendas de que solo hay un gran elector. Queremos ser como Dinamarca y no salimos ni de Zacazonapan. Y lo peor es que no hay más en el menú. Solo caldo de ranas hervidas y sopa de los sapos…

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