A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Lo que Quadri quiso decir

Si alguna cosa hay que reconocerle a Gabriel Quadri, el singular excandidato presidencial, es que reunió por un momento a los chiapanecos que al unísono le dedicamos toda una serie de reclamos, improperios y descalificaciones.
Todo por un tuit donde afirmó que Chiapas, Guerrero y Oaxaca representaban una carga para el país, a diferencia de otros estados cuyo crecimiento económico equivaldría a un país de desarrollo medio y una potencia emergente.
De hecho, a pesar de la gran disparidad económica, México se ubica hoy como la 13a economía mundial. Somos un país tan vasto que si comparamos el crecimiento de algunos estados como Jalisco, Quintana Roo, Nuevo León o Aguascalientes con el de otras naciones o regiones del planeta, como Sudamérica, seríamos sin duda una nación de primer mundo.
Aunque habrá que decir que el desarrollo ya no se mide solo por el ingreso promedio per cápita, sino por la calidad de vida. Y ésta, a su vez, considera varios estándares como la esperanza de vida, así como la seguridad, el empleo mejor remunerado y el desarrollo sustentable. También se consideran factores como el respeto a los derechos humanos, a la diversidad, salud o educación de calidad.
En lo personal mencioné en Twitter revirándole (al igual que muchos) a Quadri, que Chiapas es un estado extraordinariamente rico en recursos naturales, no sólo por su biodiversidad, sino por acumular el 30% del agua dulce de todo el país. En el futuro, se dice, que las guerras serán por el agua, por lo que poseeremos un bien bastante codiciado. A esto hay que agregar las reservas naturales, los sitios arqueológicos, las ciudades coloniales y una variada riqueza cultural que es apreciada en México y el mundo.
La afirmación de Quadri fue muy desafortunada por su tono discriminatorio. No está por demás decir que muchos mexicanos piensan lo mismo aunque no lo expresen tan abiertamente. Tan poco se trata de rasgarnos las vestiduras. Esa visión despectiva debería obligarnos a reflexionar el cómo, siendo un estado tan rico, tenemos un pueblo tan pobre. El porqué, a pesar de las cantidades exorbitantes de presupuesto, a raíz del movimiento zapatista, seguimos ocupando los penosos últimos lugares en educación, salud y extrema pobreza.
Aportamos petróleo y energía hidroeléctrica al país, pero somos el estado que menos recauda y, en contraste, el quinto que más recursos recibe de la federación. Por eso deberían pensarlo dos veces aquellos que afirman que nos iría mejor si nos independizamos. No aguantaríamos ni una quincena. El estado es inviable financieramente porque no genera riqueza ni fuentes de empleo más allá de las que derivan del gasto gubernamental. El gobierno es el gran empleador, el gran contratista y el gran benefactor con sus programas sociales. Alrededor de 800 mil mujeres reciben el programa Prospera y unos 200 mil adultos mayores reciben el apoyo económico de Amanecer. Hasta 800 millones de dólares provienen de las remesas de nuestros paisanos en los Estados Unidos. La mayoría de las acciones por cada dependencia estatal o federal nos ha convertido en una barril sin fondo del presupuesto federal.
La gran pregunta es ¿qué ha pasado con todos esos recursos federales?, ¿por qué no hay dinero que alcance para abatir la pobreza?, ¿han fallado las políticas públicas?, ¿se han enfocado al clientelismo y no a la generación de empleo?, ¿por qué no cesan los conflictos sociales?, ¿por qué toda la problemática se sintetiza en exigencias económicas?, ¿por qué, a pesar de todo lo que se invierte en salud, los hospitales no tienen medicinas?, ¿por qué, aunque se destina un 30 o 40% del presupuesto en educación, seguimos siendo el estado más analfabeta?, ¿la política social ha provocado un crecimiento exponencial y desordenado de la población?
Son todas esas preguntas que tenemos que hacernos. Por eso sale a colación lo hecho sucesivamente por los distintos gobiernos. Ha faltado visión y no han tenido diagnóstico y conocimiento preciso de la realidad. En contraste, ha proliferado la improvisación, la frivolidad y la corrupción.
Por eso les debería dar vergüenza a ciertos políticos salir ahora en defensa de Chiapas. Parte de ese retraso se debe a su cinismo e inmoralidad con sus deberes políticos. Y también somos culpables muchos chiapanecos. Por la pleitesía y el servilismo. Por quemarles incienso a quienes han venido a servirse y no a servir. Por quienes –conocidos y no- acumulan groseras fortunas en nuestras narices y ante nuestro silencio. Así cómo, así para cuándo, así con qué saldremos adelante. Por más reciprocidad, apoyo y respeto que tengamos por parte de la federación. Así no se puede…

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