Analisis a Fondo / Francisco Gmez Maza

Reconstruir la Patria Grande

El retorno del nacionalismo en Latinoamérica
Los neoliberales al basurero de la historia

Con el triunfo de los Fernández (Alberto y Cristina), en la República de Argentina, los neoliberales globalistas de América Latina han perdido otra gran batalla. Se han ido al basurero de la historia de donde nunca debieron de haber salido. Sólo crearon pobreza y miseria en las mayorías y concentración de la riqueza en muy pocas manos.
La Patria Grande vuelve a reverdecer: Son ya Argentina, Bolivia, Uruguay, México, sin contar Venezuela (y sigue la República de Chile, en donde hasta la noche del domingo el gobierno levantó el toque de queda, después de las masivas manifestaciones populares, y de la juventud, en realidad protestando por la profunda desigualdad socioeconómica con el pretexto de oponerse a la tarifa del Metro.)
Los pinochetistas fridmanianos, los itamitas, los albicelestes yunquistas, los extremistas de derecha, los golpistas, los «periodistas» balines, los globalistas, los intelectuales por cuales, los intelectuales orgánicos, los fantasiosos, los mentirosos, la televisión, por supuesto, no pierden tiempo, por supuesto, en ponerle piedras en el camino al presidente mexicano, y lo mismo hace la derecha argentina, la venezolana, la uruguaya, la boliviana con los líderes nacionalistas que gobiernan a sus pueblos.
Los Fernández no la tendrán nada fácil en la Casa Rosada como no la tiene nada fácil López Obrador en Palacio Nacional, por las impertinencias nada razonables, y sí marranas, groseras, burlonas, de sus detractores de los sectores más reaccionarios, aunque tienen, ambos, una enorme ventaja que no tienen los neoliberales, menos en estos tiempos de cólera, y es que los apoyan los trabajadores y la gente de abajo, caracterizados espléndidamente por Mariano Azuela en su novela «Los de Abajo» publicada en 1916
Los golpistas brasileños, encabezados por Bolsonaro, la pura derecha del militarismo brasileño, que no felicitará a los Fernández de la Casa Rosada, tampoco la tienen fácil. El capitán del ejército que desgobierna a los brasileños, tiene una dolorosa espina clavada en el corazón llamada Luiz Inácio Lula, injustamente encarcelado, que más temprano que tarde volverá al Palácio do Planalto en Brasilia.
Pero la ventaja de los nacionalistas es que, aunque las fuerzas de la derecha no dejen de subvertir el orden, como ocurrió en Culiacán abiertamente para intentar que el presidente se tropezara y fuera defenestrado por «asesino», están arropados por el cansancio de la gente ante la pobreza en la que la dejaron los gobiernos neoliberales. Y muchos, millones, darían la vida por quienes están ganando el poder en América Latina, quienes están obligados a responderles.
Pero los nuevos gobernantes, empezando con López Obrador, tienen en el lomo, los llantos agoreros de las clases dominantes, privilegiadas en el viejo régimen, que no acaba de morir, y se enfrentan a los dolores de parto del nuevo que no acaba aún de nacer.
Mientras tanto, la economía nacional sigue en picada. Pemex reportó el lunes una pérdida neta de 87,359 millones de pesos en el tercer trimestre (4,587 millones de dólares), debido a la baja en el precio de la mezcla mexicana de crudo y menores volúmenes de exportación de petróleo por un descenso en la producción. Polvo de aquellos lodos neoliberales.
Además, la economía nacional en general está a punto de entrar en recesión (no la economía de los grandes capitales, por supuesto, porque hay empresarios que, en lo que va del año, han ganado lo increíble; infinitamente más que en sexenios anteriores), inoculada con el virus de la depresión económica de importantes sectores de la economía estadounidense, y de la recesión mundial particularmente de las potencias europeas. Otra gran piedra en el camino de la 4T.
Otro tanto le ocurrirá a la economía de los países de Sudamérica por el llamado efecto dominó.
Lo curioso es que, ante los embates, ataques, insultos, burlas de los voceros de la extrema derecha fascista, ni López Obrador, ni los Fernández de Argentina, o el resto de los gobernantes progresistas del continente, se arredran. Quienes tienen que aprender a no enojarse, a no hacer bilis, son los representantes de la reacción conservadora. Darse cuenta de que ya tuvieron su tiempo y no hicieron nada bueno por los mexicanos, sino al contrario, acabaron con las riquezas de la nación y depredaron todo lo que era rico, empezando con la petrolera mexicana, otrora una de las más importantes y poderosas del mundo. Tanto daño le hicieron que va a ser difícil que se reponga en pocos años.
Otro dato muy curioso y revelador es que el peso no se rinde, lo cual es significativo de confianza, o díganme si no los grandes expertos del neoliberalismo.

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