Analisis a Fondo / Francisco Gmez Maza

Un albur, el desconfinamiento

¿Pesará López Obrador en la posible reelección en EU?
Veremos, dijo el ciego, de qué cuero salen más correas

Presuntamente presionado por @realDonaldTrump, quien siente tambalear su reelección en la presidencia por los brutales efectos de la recesión más canija desde 1929, que ya puso en la calle a por lo menos 36.000,000 de trabajadores en Estados Unidos, el gobierno mexicano decidió relajar, antes de tiempo, la disciplina frente a la pandemia que aún asuela con fuerza a la humanidad.
(Todavía el coronavirus enterrará a muchos, me dijo mi sobrino patólogo del Seguro Social. Y sabe por qué lo afirma tan contundentemente. Es médico)
El Consejo de Salubridad General, encabezado por el presidente López Obrador, con el «desconfinamiento» le está apostando a contribuir a la reactivación de los grandes medios de producción, y de las medianas, pequeñas y micro empresas, noqueados por una bestia peluda llamada coronavirus o SARS-CoV-2, que ya ha producido horribles estragos entre la población.
Hasta este miércoles 20 de mayo (uf, cómo vuela la vida, y viene todo lo «demás», que nadie quiere aceptar), en los mapas de la pandemia estaban registrados (hasta las 8 horas) 54,346 casos confirmados de esta mortal enfermedad, así como 5,666 fallecimientos, y para «domar» a esta bestia del averno (domar, dice AMLO), aún queda un muy peligroso camino que recorres a muchos mexicanos.
Inmensos grupos humanos, a estas alturas de la pandemia, aún creen que es falsa, que no existe, que en su pueblo no hay ningún caso, como en Chiapas.
Millones de mexicanos están ya en las calles de las ciudades para enfrentarse con el «monstruo», porque necesitan reactivar la vida económica. Dicen muchos: «si no morimos por el coronavirus, moriremos de hambre».
Hasta López Obrador está ya planeando viajar a «dar el banderazo» de salida de la construcción del tren maya, principalmente. Pero ya sabemos que el tabasqueño tiene pulgas en las sentaderas, que no le permiten estar tranquilo en una silla. Si se dan cuenta, siempre está de pie. Nunca se sienta. Así es desde niño. Híper activo, me dijo hace ya muchos años un su familiar.
Pero la mayoría no se siente segura. Se percibe esa inseguridad en el ambiente desde que sale el sol hasta el ocaso.
Claro, López Obrador y los Gatelles están optimistas de que tendrán éxito (¿a costa de cuántos muertos más?), aunque advierten que la operación de abandono del confinamiento tendrá una muy buena salida, si la gente observa las medidas de protección frente a la enfermedad.
Sin embargo, nada está escrito. Es más, los mexicanos tienen frente a sí un futuro inmediato muy incierto. Y no son precisamente obedientes para cumplir cuidadosamente, conscientemente, con las medidas de protección. Somos unos bárbaros irresponsables, con honrosísimas excepciones.
Un mucho parecido a los españoles, guardadas las distancias de inconciencia. Y el gobierno español echó marcha atrás al «desconfinamiento».
El presidente Pedro Sánchez debió comparecer ayer miércoles ante el Congreso de los Diputados para pedir una extensión del estado de emergencia. Es la quinta prórroga de dos semanas del estado de emergencia, que vence el domingo 24 de mayo. Se amplía al 7 de junio. «El camino que estamos recorriendo es el único posible para combatir al virus. Gracias a todos los diputados que han apoyado la alarma porque con su voto han salvado a miles de vidas», declaró.
Hasta ahora, el invencible SARS-CoV-2 ha dejado por lo menos 27,000 muertos en España. Desde la imposición del confinamiento colectivo el 14 de marzo, aquel reino peninsular ha logrado reducir la tasa de contagio de 20% a menos de 1%. Más de 230,000 personas han contraído la enfermedad.
Pero los mexicanos creen ser buenos apostadores. Veremos, como dicen en mi terruño, de qué cuero salen más correas.

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