Brito entra al quite
Rodrigo Ramn Aquino

No basta con ser el recomendado, el oficial, el delfín. En cada proceso de elección de dirigentes casi siempre hay un favorito, lo cual, si se piensa un poco, sólo sirve de mera publicidad. Éste es el bueno, el palomeado, el que sale en la foto, son expresiones que sirven para que el elector a la hora de la hora vote por el que le parece más conocido, aunque sea de oídas. Pero es finalmente el voto, el que decide.
Justamente algo así ocurre en el proceso de renovación de dirigencias al interior del PRD, donde uno de los aspirantes al CEE, César Espinosa, había estado caminando como el consentido de los gobernantes en turno, incluso con la venia directa del secretario de Gobierno, Eduardo Ramírez Aguilar.
En política, la búsqueda de aliados para conservar el poder es de tanta importancia como llegar al poder mismo. Por eso no es de extrañar que dentro de las filas perredistas alguien se alce como el interlocutor ideal para las autoridades y de uno u otro modo incidir para que se haga del triunfo. Durante meses Espinoza caminó con esta estrella en la frente, pero, como decíamos al principio, eso no basta. Se requiere talento y habilidad, y en este caso el propio favorecido se ha encargado de demostrarlo.
Sin talento conciliador, durante el tiempo que César se presumió el «elegido» se encargó de romper, enemistarse con los que antes lo apoyaban. Sin escuchar consejos ni razones, su soberbia provocó la creación de un Frente por el rescate del PRD, un frente prácticamente en su contra. «Que sea cualquiera menos Espinoza», se escuchó decir en corrillos a algunos amarillos.
Gente que en lugar de construir, destruye, que en lugar de sumar, resta, no le es conveniente a ninguna de las partes: ni a los perredistas, porque pierden su capacidad de negociación, ni a las autoridades, porque ponen en riesgo la estabilidad y relación con un partido que no deja de ser importante para cierto sector de la población. De ahí que el deseo de que con todos menos con César, parece hacerse realidad con la irrupción en la contienda de Ismael Brito Mazariegos, secretario particular del magistrado Rutilio Escandón Cadenas, de ahí que se señale el interés de Escandón de meter las manos en el proceso, para buscar eventualmente la candidatura del Sol Azteca en el 2018 para la gubernatura.
Pero más que la mano del ex senador metida en el proceso perredista, creo que presenciamos el surgimiento de una opción oficial menos radical, con más méritos (Brito ha sido diputado local y presidente del Socoltenango por este partido y ocupado a lo largo de los años diversos cargos en su estructura). Presenciamos el Plan B, como bien lo caricaturizó el maestro Enrique Alfaro. Brito entra al quite.

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