Canciones para recibir a nuestros muertos

 

Una playlist para estos días de encuentros, donde la vida nos recuerda interminable costumbre de la muerte

Sandra de los Santos / Aquínoticias

El día de muertos no solo viene acompañado de frío, el color amarillo de la flor de Cempasúchil, el olor del dulce a calabaza o del incienso y el sahumerio, también viene con música. Todos nuestros sentidos se activan por estas fechas para recordarnos que nuestros muertos nos visitarán y que hay que prepararnos para ello.

Les comparto una playlist para estos días de encuentros, donde la vida nos recuerda interminable costumbre de la muerte. La mayoría de estas canciones han dejado de ser de quienes la escribieron para convertirse en dominio popular. Las versiones que les comparto son, a mí muy arbitrario parecer, de las mejores interpretaciones.

El Andariego. Álvaro Carrillo

y cuando yo me muera ni luz ni llanto
ni luto ni nada más
ahí junto a mi cruz tan sólo quiero paz
sólo tu corazón, si recuerdas mi amor
una lagrima llévame por última vez
y en silencio dirás una plegaria
y por Dios, olvídame después

Cruz de olvido. Lila Downs

Con el atardecer
Me iré de aquí, me iré sin ti
Me alejaré de ti
Con un dolor, dentro de mí

Dios nunca muere. Pedro Infante

Voy a dejar las cosas que amé
La tierra ideal que me vió nacer
Sé que después habré de gozar
La dicha y la paz
Que en Dios hallaré

https://www.youtube.com/watch?v=qCZOg3CE7Mg

Martiniana. Susana Harp

No me llores, no, no me llores, no,
Porque si lloras yo peno,
En cambio si tú me cantas
Yo siempre vivo, y nunca muero

https://www.youtube.com/watch?v=xsswf12nWeI

La calaca. Las tres grandes

La muerte no enseña el cobre
tampoco hace distinciones
lo mismo se lleva al pobre
que al rico con sus millones

La llorona. Eugenia León

No sé que tienen las flores llorona
las flores del campo santo.
(…)

Que cuando las mueve el viento llorona,
parece que están llorando

 

La vida no vale nada. José Alfredo Jiménez

No vale nada la vida,
la vida no vale nada.
Comienza siempre llorando
y así, llorando, se acaba;
por eso es que en este mundo
la vida no vale nada

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