Chemita, una historia dulce

Su carrera en la elaboración y venta de golosinas data desde su juventud al lado de su madre. Hoy en día es una orgullosa representante del amor materno y de lucha constante

Lucero Natarén / Aquínoticias

«Chemita», como la conocen en la ranchería «La Laguna», es una vendedora ambulante. Siempre la observan los colonos con su triciclo repleto de recipientes con los dulces típicos de la región. Nadie la acompaña, más que sólo su sonrisa que la caracteriza. Va por las calles pregonando la venta de los dulces que ella misma elabora. ¡Los dulces! ¡La manzanita! ¡El coco!, se escucha a lo lejos.
Cuando aún era una niña, Iracema, cómo es su nombre, cuenta que salía acompañada de su hermana a vender los dulces que su mamá les preparaba, pero según curiosos, siempre la veían vender con cierta vergüenza, algo normal para las niñas de su edad.
Se dedicó a trabajar para su madre durante varios años, hasta que se casó y retomó la labor de preparar los dulces por sí sola, actualmente lleva 16 años dedicándose a la venta de dulces típicos, pero desde hace años, su semblante ha cambiado, de esa niña «avergonzada» ya no queda nada, ahora sólo hay mujer sonriente, orgullosa de su arte.
Chemita es heredera de la tradición de hacer esos ricos dulces de manzanita, papaya, coyol, camote y coco (color rojo o amarillo). Ella siempre llega a los hogares en el momento preciso, cuando las familias están reunidas para degustar los dulces que con amor y entusiasmo prepara.
Ella dice que cada dulce lleva su modo de preparación. Tiene que dedicarle el tiempo adecuado de preparación, pero siempre debe estar feliz, porque de no ser así, los dulces no tendrán buen sabor e, incluso, es probable que se le queme.
Cada fin de semana sale a vender, los viernes los dedica para visitar a las familias de la ranchería La Calzada, sábados en su ranchería, La Laguna y domingos recorre las calles de la colonia veinte de noviembre, municipio de Tonalá.
Para poder salir alegremente a ofrecer sus dulces en su triciclo tiene que dedicar dos días para la elaboración. Dice que cuando regresa a su casa llega contenta, porque, «Gracias a Dios, siempre termino todo».
Chemita es una de las muchas mujeres orgullosas de su lugar de origen y motivada a sacar adelante a sus hijos. Mientras tenga fuerzas, seguirá vendiendo los dulces que cada fin de semana las familias esperan degustar.

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