Chiapanecas tuvieron poco que celebrar en Dia Internacional de la Mujer / Hector Estrada

Aunque la conquista de espacios en materia de equidad y reconocimiento a su participación en el desarrollo social ha sido importante durante los últimos años, un gran porcentaje de las chiapanecas tuvieron muy poco que celebrar este domingo, Día Internacional de la Mujer, pues siguen siendo parte de las cifras que anualmente escandalizan a una entidad donde la violencia de género y la falta de seguridad social son realidades lastimosas.
Entre tanta felicitación casi protocolaria de la clase política, las cifras oficiales distan mucho de un escenario de festejo estatal. El rezago social y los datos estadísticos «teñidos de sangre» por asesinatos, casos de violencia doméstica, muertes maternas y los altos índices de enfermedades propias del género dejan mucho en qué reflexionar.
De acuerdo a la representante en Chiapas de la Red por los Derechos Sexuales y Reproductivos en México (Ddeser), Ángeles Salinas, en lo que va del año en Chiapas se han registrado 10 asesinatos con características de feminicidio, además de numerosos casos documentados de intentos de asesinato y salvajes golpizas a mujeres.
Con base a cifras recabadas por organizaciones civiles avocadas al tema, de 2012 a 2014 en la entidad chiapaneca se registraron más de 221 muertes violentas de mujeres, de ellas el 65 por ciento han sido catalogados como feminicidios.
Las cifras durante los últimos años han dejado en claro que el problema va más allá de un estricto asunto de procuración de justicia; se trata de un problema que sustenta su origen en el núcleo social. Con hombres violentos que en pleno siglo XXI siguen atribuyendo a la mujer el valor de un mero objeto de procreación y tareas domésticas.
Más de 60 por ciento de los casos de asesinatos cometidos contra mujeres son perpetuados en zonas de alta marginación, en comunidades indígenas o ejidales de Chiapas, donde el rezago social y educativo sigue cobrando una cara factura a los grupos vulnerables.
En lo que respecta a atención médica, según la Dirección General de Epidemiología, durante los meses de enero y febrero de 2015 se documentaron cinco muertes maternas en hospitales de la entidad; una cifra sumamente inferior a la verdadera cantidad de casos que quedan en el anonimato de las comunidades rurales e indígenas donde el rezago hospitalario es grave.
El Observatorio de Mortalidad Materna en México (OMM) reportó que en 2014, Chiapas se ubicó en el tercer lugar en mortalidad materna con 69 casos oficiales, sólo por debajo de México y Veracruz, entidades que registraron 103 y 70 decesos de embarazadas, respectivamente.
Estas son cifras que demuestran sólo una pequeña parte de la realidad dolosa que siguen padeciendo muchas de las mujeres de Chiapas; un sector cuya atención sigue limitándose a programas de asistencia alimentaria, con repartos masivos de despensas que parecen ser la estrategia más importante para las actuales administraciones.
Más allá de los «discursos pomposos» de los políticos en busca del voto y el uso de las mujeres como un numeroso sector votante sumido en la pobreza y dispuesto a llenar los eventos gubernamentales en masivos acarreos, hoy las chiapanecas no tienen mucho que festejar y bastante que exigir para tener pronto una realidad distinta que si permitan justificar tanta felicitación oficialista.

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