Cdigo Nucú / Cesar Trujillo

Un espectro gobierna la ciudad

Tuxtla Gutiérrez se cae a pedazos. La apatía y frivolidad de sus gobernantes anteriores sembró el impasse en que se encuentra. En el recuerdo quedaron los tiempos mozos de la capital que hoy es víctima de la inseguridad e inoperancia del Ayuntamiento en turno.
Sí, a Tuxtla la gobierna la soberbia de un presidente municipal que no conoce su dolor porque nunca la caminó: no escuchó en voz de los colonos los males más apremiantes, no recorrió las periferias ni asistió a los debates a mostrar sus propuestas. Y ganó. Sí, como muchos, aventado por un «seis de seis» que venía como una batahola arrasándolo todo.
Carlos Morales Vázquez llegó sin compromiso y como tal gobierna. Lo dije antes. Nunca se le vio en campaña, ni firmando con la gente los «cambios» que planeaba realizar. Ganó gracias a AMLO y por eso no le importan Tuxtla ni su gente.
El presidente municipal se ha encerrado en una burbuja en la que lo único visible es su problema de carácter: su genio estampado en los gestos que lo muestran hosco y molesto, incluso alejado de la gente que votó por él y apático al diario acontecer de los tuxtlecos.
Es más, desde su papel de edil evade a la prensa y acusa a los medios de «vendidos» porque critican sus formas e incapacidad. Porque señalan esa manía suya de creer que Tuxtla se gobierna desde la comodidad de su oficina y sin empolvarse los zapatos.
Se niega, pues, a ver que la ciudad está enferma por la falta de gobernabilidad, que la psicosis recorre las redes y los mensajes de WhatsApp propagan ese temor a la ola de violencia que nos ha sacudido los últimos días.
Morales se ha desentendido de todos y desecha las acusaciones que ciudadanos (periodistas víctimas de ello, incluso) han hecho en contra de sus mismos policías municipales a quienes señalan de prestarse al abuso, al acoso y a los asaltos a transeúntes a deshoras de la noche.
Lo cierto es que el papel de Carlos Morales va a pasarle facturas al Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en los comicios del 2021. Es inevitable y predecible: ya verá. Peor aún, pasará facturas a nosotros, a quienes vivimos en esta ciudad y pensamos que el cambió llegaría en temas como la basura, agua potable, seguridad, alumbrado, entre otros.
Porque él, el sexenio pasado, desde la Secretaría del Medio Ambiente e Historia Natural, señaló que el tema de la contaminación de Proactiva y la basura eran un asunto del Ayuntamiento capitalino y no le correspondía a sus funciones de secretario en el gabinete del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
Curiosamente hoy ya como edil no piensa igual. Se niega a aceptar que es un asunto de voluntades: políticas, administrativas y jurídicas. De otro modo, el mal que nos aqueja sería replicado en todas las entidades federativas donde Veolia tiene presencia y no es así.
Pero eso, ojo, sería pedirle a Carlos Morales que deje de actuar acorde a como ha actuado siempre. Ya en otras columnas he señalado su arribismo y su comportamiento para poder estar enquistado en la administración pública: a la que le debe lo que es y desde donde ha tomado partido. Sin embargo, alguien debe señalarle que esa lectura es errónea.
Su comportamiento no puede seguir en esa sintonía: desapegado a la realidad que nos está aplastando. Porque el mismo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha señalado que sin represión ni autoritarismo se puede gobernar en paz, pero siempre con el compromiso en alto.
Sí, compromiso es la palabra y lo que falta.
Adquirir un compromiso es contraer una obligación con sus gobernados, un acuerdo formal de trabajar sin distingo de colores. Es ponerse en el zapato del otro y entender que desde la administración está obligado a dar un giro a esta ciudad que muchos hemos aprendido a querer y a la que le urge que se le modifique el rumbo.
En verdad, deberían comentarle que las críticas que hacemos no son personales. No se trata de él, sino de su papel como funcionario. No se trata de él, sino de lo preocupante que es ver que en apenas nueve meses su gobierno se muestra peor al de aquellos que le hicieron mucho daño a la capital en trienios pasados.
Carlos Morales se debe al pueblo, le guste no. De otra forma, ¿para qué aceptó el cargo si no sabía a qué llegaba, si no tenía claro que esto era una bomba de tiempo que requería trabajo y no simulación? Lo cierto es que nadie quiere seguir viendo a un espectro que juega a gobernar, mientras Tuxtla se sigue cayendo pedazo a pedazo.

Manjar.- Bastó que Zoé Robledo, director del IMSS, resbalara con una palabra para que algunos «eruditos del lenguaje» le atizaran duro a las críticas. Dejen les cuento que la Academia Mexicana de la Lengua señala (refiriéndose al uso del participio en el verbo romper) que las formas «roto y rompido» son correctas ambas. La forma más usada es el participio irregular «roto», evitando el uso «rompido». No hace falta invocar y evocar al Siglo de Oro (aunque ni hayan leído las obras). Lo de Zoé es pecata minuta. A algunos los he visto escribir con graves horrores y nadie dice nada. Errar es de humanos. Pregúntenle a los «haigas» y «vistes» que se les escapan, o a los acentos que «olvidan» cuando escriben. #MuchoRuido // «La pobreza impulsa el anhelo de cambio, de acción, de revolución. En una hoja de papel, desnuda, se pueden escribir las palabras más nuevas y hermosas y pintar los cuadros más originales y bellos». Mao Tse Tung. #LaFrase // La recomendación de hoy es el libro Cuatro novelas y otro cuento de Francisco Hinojosa y el disco Load de Metallica. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.
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