Cdigo Nucú / Cesar Trujillo

El que se mueve no sale en la foto

[dropcap]D[/dropcap]ecía Winston Churchill que un político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. A México, bajo esa perspectiva, lo que le sobran son aspirantes a puestos de elección popular y nada más.
Basta ver cómo todos cuidan las formas (aunque carezcan de fondo) y se autocensuran «para salir en la foto».
Esa frase era muy usada por don Fidel Velázquez (retomada de Alfonso Guerra) como una sentencia que servía para advertir, en aquel tiempo, que aquellos que no se cuadraban, que no acataban órdenes, que no silenciaban sus dichos, no podían aspirar a más. Triste, pero así era. Y es.
Quizá, aunque muchos afirman que esa máxima está sepultada y forma parte de un pasado que parece levantar la mano a cada rato, ello explica el silencio de los políticos referente a la violencia en la capital de Chiapas o de la forma en que se comporta la economía en el país, por mencionar algo.
Incluso, en las pinzas que emplean en el tema, aquellos que sin querer opinan, parece divisarse algo de esos códigos no escritos que usan para encajar en «lo políticamente correcto» y no raspar ningún interés que les cobre facturas más adelante.
Todo parece, pues, moverse dentro del mismo limbo y un exceso de diplomacia arropa y obliga a la mayoría a mirar hacia otro rumbo. Es lo que se ve.
Y es simple: si usted los cuestiona no tienen los datos a la mano (o traen otros), o bien es un asunto que le compete a alguien más o simplemente sonríen y se apartan de los micrófonos y teléfonos móviles que buscan captar una respuesta real, sin cortapisas.
Es por eso, pienso, que parece que la mayoría quiere salir en la foto: buscan mostrarse alineados, dentro de la misma sintonía, en el mismo tenor y sin desencajar en nada. Porque de lo contrario su participación «en lo que viene» podría verse afectada. Y eso, guste o no, es lo que a ellos importa.
Lo grave es que bajo ese tenor, bajo ese comportamiento unilateral, se comete uno de los crímenes más atroces: la omisión.
Mi abuelo lo reducía a un simple dicho: «tanto peca el que mata la vaca como el que le jala la pata». Hacer como que no saben no los exime de culpabilidad alguna.
Sin embargo, los políticos que deciden deambular por ese sendero buscan, a su modo y teñidos de la vieja usanza, salir en la foto: estar en el palomeo y seguir enquistados en la búsqueda del poder por el poder es su objetivo.
Lo demás es transitorio. El encargo que desempeñan es el de la simulación y el de apegarse a cumplir con una norma que les permita «salir» airosos del compromiso como funcionarios y tejer el camino para lo nuevo a lo que aspiran.
He ahí la cuestión: no les importa el bien común, ni la paz social, ni la gobernabilidad ni el Estado de derecho. No les importa nada ni nadie más que ellos mismos, más que el siguiente puesto de elección popular al que aspiran llegar y para ello juegan a la diplomacia: al silencio y al hacerse de la vista gorda.
Es más importante estar inmersos dentro del poder, formar parte de esa esfera donde los dejan creer que toman decisiones y que son poderosos, a buscar dejar un legado para las generaciones venideras, un cambio que los guarde en la historia como artífices de la transformación y no hablo aquí de posturas politiqueras.
Es más importante que puedan colocar a las esposas o amantes, a la parentela pues, a jugar al nepotismo, al tráfico de influencias, a lo mismo de siempre, que tomar un poquito de conciencia y buscar señalar lo que no está bien.
Y ojo, señores, que no se trata de atacar al sistema o de fijar posturas radicales contra quienes gobiernan, no se trata de formar cuadros de rebeldía y quemarlo todo, sino de empezar por un principio básico: reconocer que no todo está marchando bien y que se requieren ajustes que permitan retomar el timón del barco y enderezar la ruta, como ahora sucede en Tuxtla Gutiérrez.
México merece más que esa clase política arribista que la ha sangrado por años; más que esos que creen que deben quedarse sin chistar, como adoctrinados, sólo para salir en la foto: un lema que es más profundo de lo que se cree y que cimienta las bases desde donde las cúpulas del poder siguen generando canonjías y riquezas a costa de los demás y de ese silencio cómplice.
Ojalá y algún día los políticos entiendan que «salir en la foto» tiene un costo muy alto y que lo pagamos entre todos.

Manjar.- En un comunicado difundido en redes sociales, la diputada del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Olga Luz Espinosa Morales, se deslindó de esa intentona de algunos por involucrarla en el conflicto que traen el sindicato del Cecyte Chiapas con la dirección general. Y es que si algo es cierto, es que ni ella ni el PRD tienen vela en ese entierro. Me parece bien que la legisladora aclare paradas y les corte la inspiración a quienes son amantes de amarrar navajas y que buscan confrontar. Mejor aprendan a cargar sus propios problemas, échense al hombro sus broncas y enfréntelos solos, mijos. No hay necesidad de inculpar. Aguas con eso de tirar piedras y esconder las manos, en una de esas rebotan y los dejan sangrando. #ParFavar // «A menudo, sólo es posible llegar a un conocimiento correcto después de muchas repeticiones del proceso que conduce de la materia a la conciencia y de la conciencia a la materia, es decir, de la práctica al conocimiento y del conocimiento a la práctica. Esta es la teoría marxista del conocimiento, la teoría materialista dialéctica del conocimiento». Mao Tse Tung. #LaFrase // La recomendación de hoy es el libro El gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald y el disco Secret of the Runes de Therion. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.
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