Cdigo Nucú / Cesar Trujillo

Autotomía partidista

[dropcap]D[/dropcap]esde sus orígenes como PNR en 1929, pasando por el PRM que creara Lázaro Cárdenas en 1938 y hasta su consolidación como el instituto político que hoy conocemos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) mantuvo una hegemonía de más de siete décadas en el poder en México.
Hoy, severamente golpeado por el descrédito que ha minado a todos los colores dentro del sistema de partidos, el tricolor busca renovarse luego de su caída que comenzara al inicio del siglo XXI, se recrudeciera en 2015 y que en 2018 lo sacara de la jugada mostrándolo en crisis al exterior e interior del mismo, guste o no.
Sin embargo, mucho qué desear deja el comportamiento de las fórmulas cuando en pleno transcurso de las votaciones se corrieron acusaciones sobre el «robo de la elección», lo cual deja en claro el por qué el PRI hoy está como lejana tercera fuerza nacional y muy lejos de aspirar a lo que algún tiempo fueron en cuanto cohesión y manejo de comicios.
Es más, que se diga que con la llegada de Alejandro Moreno (el famoso Alito) el PRI será un «satélite» de Morena y AMLO, y que éste se prestará al juego que otrora ellos crearon, debería ser tomado con lo delicado que carga ese señalamiento, con lo peligroso que se torna y que remonta a lo cíclica que es la historia de nuestro país en estos temas.
Lo terriblemente grave dentro del partido radica, insisto, en que en plena fiesta de elecciones para mostrarse unidos, consolidados y fortalecidos con miras al 2021, los señalamientos de acarreo, compra de votos, apertura de paquetes y fraudes anticipados, entre los propios participantes a dirigentes, no sólo ponga en tela de juicio el discurso de renovación que pretenden mostrar para buscar recuperar algo del terreno perdido en los comicios pasados, sino que los muestre divididos.
Bajo ese comportamiento de grupos de choque, de jaloneos y sindicaciones, que dejan en claro que lo único que quieren es el poder a costa de lo que sea, ojo, y que es algo siempre ha existido en el país, el PRI no tiene posibilidades de retornar o de aspirar a recobrar la confianza del electorado a corto plazo como lo han señalado en sus discursos todos.
Un partido con esos problemas necesita sanearse internamente como primer paso. Leer de fondo que lo que los llevó a perder el poder fueron el hartazgo social y los excesos cometidos, pero sobre todo darle la espalda a las causas populares, a su propia militancia y mantener una postura de simulación que hoy los confronta.
Chiapas mismo es claro ejemplo de ello cuando el excandidato a gobernador, Roberto Albores Gleason, entró al juego del exgobernador Manuel Velasco Coello y dejó en el olvido a sus comités municipales y permitió que sus liderazgos fueran cooptados y usados para el fortalecimiento del tucán. Lo demás ya lo sabemos: por eso ahora Albores apuesta a Moreno para recibir un tanque de oxígeno y regresar. (Pero esta será otra historia)
Repito: el PRI no tendrá oportunidad hasta que quienes se autoproclaman «líderes» entiendan que, si bien dentro de política los muertos no existen, sí se requiere del estadismo de todos para que puedan aspirar a mostrarse renovados y competitivos en la práctica, es decir, lejos de la palabrería hueca. Y eso, señores, se da caminando en la misma ruta.
Recordemos que hace algunos meses el mismo doctor José Narro renunciaba a su militancia de más de 40 años y a su candidatura a la dirigencia nacional del PRI tras denunciar que esta renovación era una simple «farsa», un juego planeado y orquestado con anticipación. Es más. Minutos después del anuncio del exrector de la UNAM, el mismo Manlio Fabio Beltrones anunció en un tuit que no iba a votar «con ese padrón irregular del que habla la convocatoria». Tiro cantado pues.
En ambos casos muchos hicieron oídos sordos y otros se desgastaron las ropas acusándolos hasta de traidores. Caramba: era el momento para que las cúpulas se sentaran y buscaran solución; era el tiempo perfecto para poner las cartas sobre la mesa y evitar que estas elecciones se mostraran con desaciertos y descontrol.
Un amigo que gusta de los chistes me decía: Vos, César, ¿qué se necesita para que el PRI regrese? Yo movía la cabeza y el repetía siempre: un milagro. Hoy tengo en claro que para regresar el PRI se tiene que reinventar en su totalidad, si es que puede. Necesita regresar al pueblo y eso no lo da ninguna fórmula. ¡Ojo!
Cuando usted lea esta columna, los priistas ya votaron. Seguro estoy que ganará Alito. La noticia sería su derrota, pienso. Pero eso, bajo los intereses de quienes mueven los hilos, no pasará. Como tampoco veremos a los priistas en 2024 recuperando el poder. Negociarán, sí, algunos escaños. Por el bien de ellos, ojalá entiendan que un hombre no es la fuerza de la militancia ni la panacea. La fuerza de ésta radica solamente en el pueblo. Así de simple. Lástima que no lo puedan entender.

Manjar.– Mañana se llevará a cabo el Taller Estratégico de Derechos Humanos y Una Vida Libre de Violencia organizado por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), a través de la Coordinación Nacional de la Organización Nacional de Mujeres. La cita es a las 10 am en el Hotel Misión Colonial, en San Cristóbal de Las Casas. La invitación, según la convocatoria, es abierta para todas las mujeres militantes y simpatizantes del sol azteca se todos los municipios de Chiapas. El objetivo que persigue la dirigencia en la entidad es que las mujeres perredistas tengan las herramientas necesarias y así evitar ser víctimas de violencia política, como ha documentado y denunciado la diputada Olga Luz Espinosa en varias ocasiones. #AhíNosVemos // «No entiendo por qué el que es dichoso busca mayor felicidad». Cicerón. #LaFrase // La recomendación de hoy es el libro Tango negro de Saúl Ibargoyen y el disco de Décimas y centésimas de Violeta Parra. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

* Miembro de la Asociación de Columnistas Chiapanecos.
Contacto directo al 961-167-8136
Twitter: @C_T1
Mail: palabrasdeotro@gmail.com

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