Cdigo Nucú / Cesar Trujillo

¡Craso error!

Cuando la alternancia alcanzó a México en el 2000, el PAN creyó ciegamente que el modelo de hegemónico forjado por el PRI durante siete décadas le pertenecía a manos llenas. No imaginó que con los errores de Vicente Fox y los excesos de Felipe Calderón, quien descuidó terriblemente la sucesión presidencial del 2012, el tricolor tenía todo listo para su regreso a costa de lo que fuera.

Sin embargo, en una mala lectura, el Revolucionario Institucional apostó a aferrarse de nuevo al poder con la figura del entonces carismático Enrique Peña Nieto. El partido, confrontado en sí mismo, dividido en los egos y posturas de supremacía económica y política, apostó al último aliento para terminar de acomodar ciertas leyes y canonjías ya pactadas que debieron guardarse para después.

Los grupos no se pusieron de acuerdo. El estadismo se fracturó y la limpia, natural en ese tipo de «familias», según nos ha enseñado la historia, se dio con las traiciones, ajustes y pactos que hoy conocemos.

Sí, los priistas no entendieron los tiempos, ni el papel tan preponderante de las redes sociales, ni el malestar generalizado ni nada en lo absoluto. No escucharon el «rugido» del desencanto, ni el encono del país que le reventaría en las manos a quien llegara (a quien fuera, repito), y con más fuerza tratándose del partido al que la historia juzgaba como «el origen de todos los males».

Tarde, quienes ostentaban el poder, palparon que este país era una bomba de tiempo. Fueron testigos de la necesidad de montar otro escenario. De cambiar los personajes y dejar que el guion se improvisara. Dejar ir y soltar se volvieron estrategias dolorosas para unos y el tanque de oxígeno para otros.

La vía para el cambio era simple: la esperanza debía llegar envuelta en un personaje que el pueblo identificara como propio y en un discurso que emanara de las letras registradas en varios episodios de la historia que se ha escrito en este México de las desigualdades. Sólo así podía darse cierta tranquilidad a todo y el tigre, bajo su tan rayada piel, se detendría solo.

Y así fue. En las elecciones del 2018, Andrés Manuel López Obrador recorrió el país en busca del apoyo. En su mensaje pidió respaldar «a todos los candidatos por igual» para tener la mayoría que requería su proyecto de nación.

Cada rechifla, mentada y abucheo de sus soldados, fue combatido con un llamado a la unidad, a la armonía y al derrocamiento de la «mafia del poder». Funcionó. Y bien. El seis de seis se impuso y nos regaló mucha de la fauna que hoy conocemos y de la que, incluso, aquellos que votaron hoy se quejan y hasta desconocen.

López Obrador, gran conocedor de la historia del PRI donde nació y de donde se forjaron las bases democráticas de este país, sabía que los contrapesos (necesarios en toda democracia) fueron el talón de Aquiles de la alternancia en los 12 años de Acción Nacional, y los que le frenaron las reformas y los intentos por hacer valer el proyecto albiceleste.

Lo tenía tan claro que por eso dejó pasar ciertas cartas marcadas. Lo tenía tan claro que por eso pactó desde el desencanto para llegar hasta donde siempre soñó y desde donde su ejército, el de 30 millones de votantes, se mantiene y vitorea todo aquello que emana de sus filas.

AMLO jugó sus cartas bien. Morena llegó al poder por seis años. Y en su primer periodo y experiencia como partido, me atrevo a decir, se le debe reprochar que está cometiendo los mismos errores que los otros en el pasado y que podemos ver en tres simples puntos (los más marcados, aunque faltan otros):

1) Creer que el PRI y los demás partidos están muertos es olvidar que en política eso no existe. Es una máxima que todos conocemos. Olvidar que ese error lo cometieron tiempo atrás quienes ostentaban el poder con el propio Andrés Manuel, a quien veían como un eterno soñador y que hoy es el presidente de México, guste o no, pasará sus facturas a un muy alto costo. ¡Aguas!

2) No entender que para que un proyecto de nación cuaje se requieren al menos tres sexenios (18 años) en los que se debe dar continuidad y que se requiere unidad, trabajo colaborativo, estadismo y no estar llevando cada uno agua para su propio molino. Sin embargo, el comportamiento del partido en el poder (al que desgastan los comentarios y la táctica del propio sistema) muestra, en corto tiempo, cierto desencanto que se palpa en el aire y eso les complica todo.

3) Reciclar patrones y políticos bajo el lema de que al entrar a la Cuarta Transformación se les quitaría lo carroñeros, lo corruptos y el comportamiento de frivolidad que tanto daño le han hecho al país, es un pecado que ni la esperanza misma avala. Tristemente así es.

Morena parece olvidar que los errores que otrora ya fueron cometidos y sepultaron a los otros no le sirven y que de seguirlos repitiendo tendrá sus costos políticos propios. Sin embargo, desde sus filas se empecinan en hacerlo sin empacho y se niegan a escucharlo.

De nada sirven las buenas voluntades si las cucharas siguen siendo de tamaños diferentes a la hora de actuar se enfocan tan sólo en servirse. La historia es cíclica y no entenderla tiene consecuencias graves.

Manjar.- Me enteré por buena fuente que el diputado Marcelo Toledo, presidente e la Junta de Coordinación Política del Congreso local, liquidó el adeudo en la funeraria del camarada Rosalino, el amigo periodista recién fallecido. Desde este espacio se agradece su solidaridad y la del gremio periodístico que estuvo ahí. Al final, cuando uno se va es cuando requiere de más ayuda para no dejar toda la carga económica a la familia. Sobre todo, cuando uno parte en la indefensión y tras una larga lucha contra las enfermedades que dejan lastimado el bolsillo de todos. Nos urge a los periodistas chiapanecos un fondo que nos permita ayudar a quienes lo requieren, como en este caso que acaba de pasar. Ojalá se sienten las bases para ello. #Solidaridad // «La comprensión es una calle de doble sentido». Eleanor Roosevelt. #LaFrase // La recomendación de hoy es el libro El dictador, los demonios y otras crónicas de Jon Lee Anderson y el disco de Beneath the Eyrie de Pixies. // Recuerde: no compre mascotas, mejor adopte. // Si no tiene nada mejor qué hacer, póngase a leer.

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