Comentando la noticia / Alfonso Carbonell Chavez

¡Feliz feliz feliz…sean felices!

Me cae que es de consternarse, hasta las lágrimas por decir lo menos, leer por aquí y por allá y siempre los mismos, cómo se desgarran las vestiduras en su intento de hacer notar o de algún modo hacer valer, sus puntos de vista y consideraciones y los más sus críticas, a todo y con todo lo que el gobierno de la 4T que encabeza Andrés Manuel López Obrador, en estos poco más de 10 meses contados desde el 1 de diciembre del año de su triunfo electoral, le prodigan y armados de razón, no cejan insisto en estarle señalando usando como recursos la diatriba, el ataque bajuno, de fake news, memes y no pocas veces llegando a la calumnia y difamación, hasta de champarle por ejemplo, el tema de la guardia nacional que ante las embestidas de pobladores en su contra, el presidente no de la orden de disparar o de hacer, citan sesudamente, el uso gradual y legítimo de la fuerza.
Al igual que sus referentes nacionales sobre todo los conocidos como «fifís», que insisto le señalan al presidente su tibieza para actuar con el uso legítimo de la fuerza y reprimir a grupos de pobladores que, es evidente con lujo de violencia agreden a afectivos de la guardia nacional o de la marina y ejército, insisten en criticarle no dar la orden al tiempo de reprocharle que al permitirle actúen con impunidad, estos grupos delincuentes o no lo único que está provocando es que les sigan faltando al respeto a la dignidad de los efectivos.
Pero al mismo tiempo es ésta encubierta crítica que pudieran incluso tener razón, subyace el íntimo deseo que el presidente se pronuncie enérgicamente contra de estos actos de agresión, más aún se relamen los bigotes porfirianos para que dé la orden de «mátalos en caliente». A partir de ahí le reclaman su timidez de actuar, pero serán éstos mismos, los primeros en írsele a la yugular y señalarlo de represor, de faltar a su palabra y hasta de asesino. Pero por lo sostenido hasta hoy por el presidente, se van a quedar con las ganas.
Y claro que podríamos coincidir y de hecho más de los que suponen, que la delincuencia, la inseguridad y el crimen no se combaten con llamados a portarse bien, o de que piensen en sus mamacitas ni señalar a la violencia como de «guácala y fuchi». Pero de ahí a que quieran que el gobierno de la cuarta transformación repita hechos como los del 68 o el jueves de corpus ni que decir más reciente la desaparición de estudiantes normalistas, pues considero a título personal que eso no va a ocurrir. De que si los índices de violencia y muertes no han amainado como es el propósito y compromiso presidencial, también es cierto que el nivel de deterioro social preexistente y acumulado con años de agravios, este reto se ha convertido en el número uno del Estado Mexicano no sólo del gobierno. Ciertamente como muchos lo apuntan, su proclividad a señalar a corruptos del pasado sin mayores consecuencias, lo hacen diana a modo de sus críticos y creo que en esto igual podríamos coincidir. Y sin ir más lejos y por eso quizás una suma de voces locales cuál coro de capilla Sixtina rebotan los ecos, de que en Chiapas con el caso del ex gobernador Velasco y no menor por la contrariedad que causan otros personajes incrustados en Morena, un día sí y el otro también se le tiren a matar al presidente y con airada insistencia le pidan ¡sangre! Y creo que no les falta razón y me sumo. Pero de ahí a que los árboles no les dejen ver el bosque, pienso por muchas razones de peso(s) de miles de millones de pesos robados a la nación, que se tendría que ser y entiendo si no lo piensan así, de menos más mesurados, más ecuánimes, más serenos y menos perversos.
Porque mucho de lo que es fácil notar para quien lo quiera ver, es que la mayor parte de sus críticos son proclives a señalarle cuestiones cómo, para que le dan dinero a los viejitos o a los jóvenes a los que ya no llaman ninis sino de plano güevones; y hasta que le den becas a los chavos y chavas de secundaria o prepa si se van –aseveran- a ir a «caguamear» o de plano la usan para comprar drogas. Y eso es lo que por décadas el llamado neoliberalismo les ha sembrado en la cabeza a igual miles de mexicanos. Lo peor es que quienes se dicen tener tres dedos de frente y se dedican a opinar, profesionalmente, lo repliquen sin el menor reparo. Y de lo más simplista y chéquenlo, que ante los doctos análisis económicos y de finanzas que realizan en foros de televisa u otros afines, preocupados externan que las calificadoras «Fitch» o «Moody»s» le bajaron la calificación crediticia a Pemex y que eso vendrá a impactar en menores inversiones extranjeras y que la caída del peso y que ¡se va acabar el mundo! y todo es por culpa de Andrés Manuel. Y a las horas pero ya en el orden local, aparte de compartir la información se les va en opinar ya de manera bastante tergiversada, ándele como si fuera «teléfono descompuesto» y se muestran conocedores y agregan el tema de la guerra comercial, el riesgo de los aranceles o que si la bolsa de valores o el índice Nikei y la tía de las muchachas. ¡Nombre! Peor aún exclaman que la recesión en el país ya en marcha impactará en el empleo y que habrá miles de despidos, que subirán los precios de los energéticos y de los alimentos. De que sobrevendrán la hambruna y se incrementará la delincuencia y que el deterioro en general alcanzará un punto apocalíptico sin retorno y que, cuál profecía del fin del mundo, terminaremos por aniquilarnos los unos a los otros para poder sobrevivir. ¡Inche Amlo y para eso le di mi voto! Se escucha repetir a la distancia.
Y ahí seguirán los agoreros del mal armados de valor en tierra de cobardes. Porque no son capaces y como siempre no generalizo, al señalarle yerros al presidente que los tiene, por un segundo en sus desgastadas esperanzas realicen, aunque sea por ocio, una comparación somera o superficial si quieren, sobre lo que teníamos apenas el pasado reciente con un gobierno represor de los movimientos sociales, de la desaparición de opositores o luchadores sociales y periodistas, pero no a manos del crimen organizado sino del propio gobierno. De un sistema de justicia implacable y al servicio del poder político y fáctico; una ley al servicio del dinero y del poder económico. De un poder legislativo (aunque en eso también nos falta) que se repartía los moches y aprobaban leyes y reformas a cambio de premios y jugosas dietas. Tiempos en donde el presidente viajaba en lujoso avión con consumos de papel higiénico y «geles» con costos ofensivos de miles de pesos que eran como mentarle a la madre a millones de pobres con hambre y enfermos. Pero en fin creo que no vale la pena decírselos.
Lo único que abundaré para finalizar es, que sin duda y nadie dice lo contrario, están en su pleno y legítimo derecho de decirlo. Y claro que está bien ¡requetebién! Ojalá y sus perversos pronósticos de que a este país con Andrés Manuel López Obrador se va ir a la mierda, por su bien no se cumplan. Porque no serán a muchos de los que hoy blasfeman y escupen fuego contra del gobierno de López Obrador, quienes habrán de sufrir las consecuencias del regreso de gobiernos inmorales, ladrones, depredadores ¡corruptos pues!, a los que le valga como siempre, muy poco el bienestar de las y los niños, de las y los jóvenes, las y los ancianos de este país, sino lo único que valga para ellos y por lo que pelearán con garras y dientes sea su propio bienestar. El bienestar de su clase y no la del peludaje. Sí tal vez muchos se acostumbraron a los jugosos chayos ¡pero los de deveras! no como a la mayoría que regalados salíamos caros decían. Pero bueno y ya para terminar, sólo me resta desearles en estas Fiestas Patrias aunque me temo que para los críticos de la cuarta y media les viene valiendo, así es que, por favor siempre sean: ¡feliz feliz feliz… muy felices! ¡Me queda claro!

Asociación de Columnistas Chiapanecos A.C.

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