Comentando la noticia / Alfonso Carbonell Chavez

A dos años del S-7 y S-19

Este 19 de septiembre de 2019 (19-09-19) se conmemoraron en nuestro país, los trágicos sucesos acaecidos el 19 de septiembre de 1985 y el 19 de septiembre de 2017 relativos a un sismo de 8.1 Richter el primero, y de 7.1 el segundo. Es decir hace 34 años la naturaleza sacudió a la nación mexicana con una fuerza brutal jamás experimentada lo que causó, a más de destrozos en la infraestructura urbana en ambos y más devastador, en la Ciudad de México el del 85, pero en ambos con un saldo de muertes que sin poder confirmar la cifra exacta hablan de 400 máximo 500 decesos, hay cifras que aseveran que en temblor de 1985 la cifra de vidas humanas perdidas alcanzó los 4 mil. En el segundo caso aunque de menor intensidad, los daños causados en varios estados del país como Morelos, Puebla, Tlaxcala y Estado de México igual arrojaron una cifra cercana a los 280 muertos y una afectación en casas, hospitales, escuelas, edificios públicos y monumentos históricos que hasta la fecha, en su mayoría siguen sin ser atendidos en lo material. Pero en ambos casos y donde que entre uno y otro hay 34 años de distancia que sería de suponer con mayor aprendizaje ciudadano y solidaridad humana, se esperaría un manejo más pulcro de los recursos destinados para aliviar el dolor de pérdidas humanas y materiales, su constante fue la corrupción. Y aunque en el primero de los eventos señalados la rapiña fue más notoria, en ambos el manejo de los recursos para la reconstrucción y apoyo a los damnificados, o bien llegó con moche o de plano peor y más jijo, ni siquiera llegó y eso es no tener madre de parte de los gobiernos y sus funcionarios.
Pero hasta aquí y sin haber profundizado en la numeralia en ambos siniestros digo y sí atendemos al título de esta entrega, nos referimos a dos eventos ocurridos en el mismo año con diferencia sólo de días, el faltante S-7 se refiere al terremoto que sacudió varios estados del sur sureste pero con mayor devastación en los estados de Oaxaca y qué creen ¡sí en Chiapas! como si nos faltara sumar más a nuestras desgracias. Así el fenómeno telúrico que tuvo epicentro en las costas chiapanecas, hizo cimbrar a la entidad a grado tal y lo digo por experiencia propia, se sintió por infortunio como el que me tocó vivir 34 años atrás en el distrito federal, se repetiría con la devastación de ese entonces. Sin embargo para bien de los citadinos de allá, la verdad fueron pocas o casi nulas las afectaciones a pesar, señalan las crónicas, que se sintió fuerte. Pero decía acá en Chiapas y claro la capital de acá, siendo las 11.30 o casi las 12 de la noche del 7 de septiembre del año 2019, un terremoto decía de 8.2 Richter, nos sacudió de pies a cabeza y nomás quedó rezar y encomendarse a la virgen para ver pasar los segundos que se volvieron horas, esperando insisto, un milagro y salir con bien de ese terrorífico momento. Sobre todo para quienes como un servidor, teníamos como antecedente haber vivido el de 1985 en la ciudad capital del país.
Pero como era de esperarse, no todos corrieron con la misma suerte y la devastación en varios municipios chiapanecos fue descomunal y dolorosa. Aquí e igual el solo hecho de recordarlo vuelve a doler, sobre todo porque como siempre y ahí está el Stan para recordárnoslo, las autoridades estatales y federales volvieron a lucrar con el dolor, la desesperanza y la muerte de los chiapanecos. Incluso escenas grotescas por no llamarlas lo que fueron, dieron cuenta a un acongojado presidente (Peña Nieto) recorrer eso sí en compañía del peor y más insensible gobernador que ha tenido nuestra entidad como Manuel Velasco, decía recorrer los lugares arrasados por el terremoto y abrazar cínica y falsamente a niños, señoras y viejitos, comprometiéndose a, de inmediato, hacer llegar víveres y recursos para aliviar su pena. Y ¡cómo no recordar!, aquél triste y frívolo pasaje en que reunidos para valorar el avance de las acciones de reconstrucción y apoyo a los afectados, el imberbe y nefando Óscar Ochoa director del «fofoe» o no sé qué póctas, le da un informe «pormenorizado» al gobernador Velasco y dice; ya estamos atendiendo a los damnificados, los muertos ya tienen su ataúd (sic) y sus respectivas actas de defunción; ¡ah y también!, de parte suya abunda el que le cantaba el rey, que a todos los velorios se les dio su cafecito con pan y sus carpas. ¡Así de cabrones e insensibles! Por cierto que me hace recordar en esa misma reunión, que el gobernador Manuel bastante contrariado (grrr) le señala al secretario de Salud ¡otro joven mamarracho!, que en Tonalá se quejaron estaba cerrado el centro de salud; sin saber que contestar el doctorcito sólo alcanzó a espetar; ¿en Tonalá?, acto seguido más fúrico el gobernante casi a punto de rasgarse las medias del coraje le responde; ¡sí en Tonalá no dije Berriozábal! ¡Dios mío qué carácter!
Así pues y para terminar, esta interminable cadena de debacles naturales y peores debacles humanas, los S-19 y S-19 se conmemoraron y las vidas de muchas personas que se perdieron, sí por la furia incontrolable como impredecible de la naturaleza, la reflexión seria sería y espero compartan, que estos saldos de muertos, heridos y damnificados en general así como los daños materiales no digo que se pudieran predecir empero sí, muchos se pudieron evitar sí, por ejemplo, las normas de construcción al menos en la CdMex y otras ciudades importantes se cumplieran y no como se ha podido constatar, su endeble construcción y malos materiales de haberse cubierto las especificaciones, quizás no hubieran colapsado. Pero sobre todo y es mi punto, si una vez aprobado destinar recursos millonarios que suman miles se ejercieran con honestidad ¡bueno carajo con sensibilidad humana!, la tragedia que a veces resulta ser peor a la del momento, se podía paliar y aliviar y no como sucede hoy que la gente ha tenido que sobrevivir con sus propios recursos y parar sus viviendas, igual con sus propias manos y eso me cae ¡son chingaderas!
Y así seguimos y pareciera no tener fin con gobiernos insensibles y corruptos. No es con un decreto de no robar, no mentir y no traicionar como estas cosas dejarán de ocurrir. Se trata sí de reconciliación, de unidad incluso de perdonar, pero igual que no olvidar. Se debe entonces por salud de la nación, castigar a quienes, como en estos casos de siniestros, se robaron los recursos y las esperanzas de todo un pueblo. Así pues, conmemoremos y no olvidemos: S-19, S-7 y S-19…// ¡Me queda claro!

Asociación de Columnistas Chiapanecos A.C.

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