Del berrinche, al sometimiento / Angel Mario Ksheratto

Fue necesaria la intervención del Secretario de Gobernación, para imponer una frágil tregua al distanciamiento entre los líderes de los partidos históricamente asociados en términos electorales. Pero más allá del logro que significó sentar en la misma banca a los dos rijosos, el mensaje es perfectamente claro y debe alertarnos sobre las condiciones en que se dará el proceso electoral local.
Vemos de entrada, a un sistema partidista menguado y sin respaldo popular. Tanto el PRI como el PVEM, están conscientes que ir solos a la contienda, no les es redituable; la debilidad de ambos partidos es notoria, pese a que los demás están en las mismas condiciones y con la mejor disposición para colaborar con el triunfo de la ahora inquebrantable alianza entre los dos partidos en el poder.
El desgaste de ambas instituciones políticas, es consecuencia de las formas de gobernar, por un lado y por otro, de los irresponsables excesos que han marcado hitos entre lo políticamente correcto y el inmoral uso de recursos y herramientas para la promoción institucional. Ello y los frecuentes desencuentros entre los hombres y mujeres que detentan el poder público y partidista, han sido factores concluyentes en la debacle de un régimen anquilosado que se niega a corregir los métodos y a democratizar sus actos.
La forzada alianza derivada de la reunión entre Roberto Albores Gleason, Eduardo Ramírez Aguilar y Miguel Ángel Osorio Chong, más que una coalición para el holgado triunfo, es una sociedad para hacer frente al desencanto colectivo y a la exigencia generalizada de un cambio verdadero y de fondo en el país y en Chiapas.
Hay mucho más de fondo y de un mayor interés en el resultado de la tertulia entre los tres arriba mencionados; no se trata solamente del acuerdo bipartidista. Ello se hubiese logrado entre las cúpulas nacionales del PRI y el Verde. Las actuales condiciones financieras del Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana, la pérdida de confianza de la ciudadanía en esa institución y sus consejeros, habrían obligado al gobierno Federal a intervenir de manera directa.
Además, para nadie es secreto que los instrumentos jurídico-legales que sostienen al tambaleante IEPC, son insuficientes para garantizar un proceso electoral ordenado, transparente y tranquilo. Las lagunas jurídicas son de tal proporción, que hasta el INE tiene impedimentos legales para actuar con libertad y ser el árbitro sustituto del doméstico, cuya credibilidad está por los suelos.
Ahora bien, ¿es, el apaciguamiento entre Albores y Ramírez, garante de unas elecciones sosegadas? ¿Ambos serán factores convenientes para evitar el descarrilamiento social? ¿Son interlocutores válidos en una contienda que hasta hoy no tiene patas ni cabeza?
El que el mismísimo encargado de la política interior haya dejado de atender asuntos superiores del país, para poner paz entre dos muchachitos caprichosos, dice mucho en contra de los dos. La incivilidad, la descortesía y la ausencia de profesionalismo, pinta a dos «dirigentes» incapacitados, per se, para estar al frente de dos instituciones políticas importantes, a pesar de las demoledoras contrariedades en que se encuentran.
Como resultado de sus berrinches, la autonomía partidista que aún conservaban y la libertad de determinación, les fue amputada de tajo. Unas horas después de la reunión con Osorio Chong, circularon las listas de los municipios donde se concretó ya, la alianza PRI-PVEM. Salvo en Tuxtla y Tapachula, en 120 municipios, tendrán candidato aliancista. ¿Y la militancia?
Hubo un claro e inaceptable atropellamiento a la pretendida democracia interna de los partidos. Necesaria, al parecer, en virtud de la actitud poco seria de los dos dirigentes que de ahora en adelante, no podrán dar un paso si no les es ordenado desde la Secretaría de Gobernación. Su beligerancia estéril, les cobró muy caro el atrevimiento de confrontar a los chiapanecos.
No ha sido pues, una acción de buena voluntad; es todo, parte de una estrategia para garantizar un proceso, no tan limpio, pero al menos, sin barruntos de violencia. No se debió llegar hasta esa situación. Pudo haberse evitado la injerencia federal en un proceso que solo compete a los chiapanecos, de no ser porque dos chamaquitos, pretendieron medir sus fuerzas, ésas que a la hora, no les alcanzó ni para fingir una sonrisa de aprobación frente al segundo hombre más poderoso del país. ¿Se atreverán a decir lo contrario?

@ksheratto
amksheratto@hotmail.com
http://ksheratto.blogspot.com

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *