El reto y el placer de conservar el Santuario Playa de Puerto Arista

El biólogo Luis Arturo Álvarez Márquez cuenta sus orígenes, los desafíos y las satisfacciones a lo largo de su formación profesional y su estancia al frente de esta Área Natural Protegida

Lucero Natarén / Aquínoticias

Luis Arturo Álvarez Márquez es biólogo, tuxtleco de nacimiento y turulo por profesión; actual coordinador del Santuario Playa de Puerto Arista, por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) en Tonalá, Chiapas, afirma haber nacido para la biología, pues desde su infancia en la primaria notó su afinidad por las Ciencias Naturales, incluso más que con cualquier otra materia.

En la secundaria tuvo la oportunidad de ser voluntario en el Zoológico Miguel Álvarez del Toro; en la preparatoria sabía a donde pertenecía, al área de químico- biólogo, donde encontró «sabor» a materias que tenían que ver con salud humana, ciencias naturales y ecología.

Al concluir la Educación Media Superior, afirmó haberse sentido perfilado para la biología o para la medicina veterinaria zootecnista, eligiendo la licenciatura en Biología, siendo su alma mater la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH), egresando en la generación 1999-2004.

Aunque suene sencillo decir que egresó de Biología, lo cierto es que incluso antes de entrar a la licenciatura tuvo que enfrentar retos. Pese haber aprobado el examen, no fue admitido al momento, tuvo que luchar junto a otros compañeros para que fueran aceptados.

– Como diez personas teníamos la misma calificación; habíamos pasado el examen, pero sólo uno había sido aceptado, sin embargo, el rector consideró que todos merecíamos una oportunidad.

Quizá una fuente de inspiración para hacerse experto en vida animal, confiesa, fue un tío cercano, quien es veterinario zootecnista y a su parecer le terminó dando un empujoncito, pues desde los 12 años de edad, lo invitaba a sus recorridos en el Cañón del Sumidero, donde su familiar estudiaba a los cocodrilos como parte de su tesis.

Al concluir su carrera, el biólogo Luis Arturo tuvo la oportunidad de colaborar como técnico de campo en proyectos de investigación que tenían como objeto de estudio su grupo predilecto de vertebrados; los anfibios y reptiles, sin embargo, eso duró poco. Con lágrimas en los ojos tuvo que despedirse de sus amados cocodrilos, serpientes y ranas, porque no encontraba mayores oportunidades laborales en esa área, fue así que a su pesar y sin saber mucho al respecto en ese momento, tuvo que tomar un empleo sobre macroinvertebrados (insectos acuáticos), asociados a la calidad de agua de los ríos.

Pasado el tiempo, un compañero de generación le abriría una puerta para ingresar a la Comisión Nacional de Áreas Protegidas (CONANP), donde inició como voluntario hasta convertirse en un experto en diversos vertebrados. Permaneció trabajando tres años en la Reserva de la Biosfera La Encrucijada, pasando de guardaparque-monitor a coordinar el departamento de estudios y monitoreo.

En la búsqueda de su desarrollo profesional, Álvarez aceptó ser coordinador regional del tema de Investigaciones y Monitoreo Regional, para la Dirección Frontera Sur de  la CONANP, lo cual implicaba la mayor parte del tiempo trabajo administrativo y burocrático en Chiapas, Oaxaca y la Costa Chica de Guerrero, tiempo en el que, además de relacionarse  con gente preparada en temas ambientales, tuvo la oportunidad de participar en las gestiones  para decretar un Área Natural Protegida en los Altos de Chiapas, donde le tocó recabar información biológica de la zona de estudio.

Luego de este periodo de trabajo, el biólogo ya se había convertido en un profesional con experiencia en campo y gestión ambiental, teniendo vínculos con otros expertos, además de haber sido parte de documentos científicos, protocolos nacionales, programas de conservación de especies y contribuido a la formación de estudiantes asesorando tesis en temas de conservación. Sin embargo, pese a desear volver a la Costa para poner en práctica todo el conocimiento aprendido, aún no era momento para él, ya que poco tiempo después fue enviado al Área de Protección de Recursos Naturales La Frailescana enclavada en la Sierra Madre de Chiapas, donde trabajó durante tres años con grupos biológicos como murciélagos, jaguares y tapires, contribuyendo también a la formación de capacidades locales a través de la formación de grupos y comités para la conservación de especies y ecosistemas amenazados en esa misma área.

Fue hasta 2017, cuando por fin pudo trabajar en los sistemas costeros, ecosistemas que desde muy temprano en su carrera ha amado, ahora ya como coordinador del Santuario Playa de Puerto Arista, prueba que asumió al lado de su esposa junto a la llegada de su segunda hija.

En su estancia en la también Área Natural Protegida, el especialista ha mantenido una filosofía de integración con las comunidades, dejando de lado sus credenciales o cargo, lo cual ha permitido avanzar en varios rubros. Para fomentar la revaloración de sus recursos. «No puedes ir pretendiendo ser el director de la orquesta, si no que sepan que eres uno de ellos».

Narra que a través del trabajo integrado con las comunidades se ha logrado en el Santuario la acreditación de grupos organizados para la protección y vigilancia de recursos como cocodrilos, manglares, tortugas marinas y temas reconocidos, incluso a nivel nacional, como Playas Limpias, además, en conjunto con sus compañeros ser de los pocos en Chiapas en dar la atención, rehabilitación a especies de mamíferos marinos de otras latitudes. Conservación de tortugas marinas. En lo que respecta a experiencias significativas ha presenciado el arribo de especies foráneas como el lobo fino de los Galápagos y elefantes marinos del polo sur, así como un cambio de actitud entre las autoridades e instituciones locales que ya procuran crear conciencia sobre la importancia de mantener limpios los entornos junto a la playa.

Por otro lado, reflexiona que quizá una de las pruebas que ha tenido que afrontar como coordinador y como biólogo es ganar la confianza de las personas de las comunidades donde se trabaja, cambiando la mentalidad de aprovechamiento extractivo a revaloración del recurso. Además de promover que otras instituciones se sumen a los trabajos de conservación en el Santuario.

Compartió que sus metas son realizar una maestría y trabajar en el extranjero, aunque sería complejo, reflexionó, pues está comprometido con su cargo actual y su familia, elementos de su vida que aseguró lo identifican.

«Veo con satisfacción como mis hijas hablan con emoción de mi trabajo y de las experiencias que tienen cuando me visitan en el campamento», aunque aceptó no le gustaría que ellas fueran biólogas, no por cuestiones machistas, aseguró, si no como padre, por las inclemencias, carencias y peligros a los que los biólogos se exponen como parte de la experiencia. «Sin embargo, si desean hacerlo, claro que las apoyaríamos».

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