En la Mira / Hector Estrada

Urge a Tuxtla romper con modelo de gobierno impositivo

[dropcap]M[/dropcap]ás allá de la afinidad por algún partido político o candidato lo que se jugará en Tuxtla Gutiérrez durante los próximos comicios es mucho más que una simple contienda electoral, se juega la continuidad o no de un modelo de gobierno impositivo que ha demostrado con dolorosos ejemplos sus graves consecuencias sobre el desarrollo y estabilidad financiera de la capital estatal.
Aunque la intervención del Gobierno del Estado siempre ha estado presente en la elección de los ayuntamientos, Tuxtla Gutiérrez parecía haber respirado un aire de alternancia durante poco más de 10 años en que fue gobernada por partidos distintos a quien, en ese entonces, tenía en su poder el gobierno de Chiapas.
De 1995 a 2006 la capital chiapaneca gozó de cierta autonomía con respecto al Gobierno del Estado. Con nombres como Enoch Araujo Sánchez, Francisco Rojas Toledo, Victoria Rincón Carrillo y Juan Sabines Guerrero caminó por sí sola, con altibajos, pero con resultados que distan mucho de los hechos desastrosos ocurridos en los últimos 10 años.
Fue justamente con la llegada de Juan Sabines Guerrero al Gobierno de Chiapas cuando comenzó una de las épocas más oscuras para la capital chiapaneca. La intervención del gobierno estatal en la elección de los nuevos alcaldes tuxtlecos se volvió descarada, grotesca e impositiva, incluso, haciendo uso de los órganos electorales maniatados para concretar sus fines.
Tras su paso en el ayuntamiento capitalino, Juan Sabines Guerrero entendió muy bien lo importante que era mantener el control sobre Tuxtla Gutiérrez como la «caja chica» de su gobierno, como el bastión electoral y económico emergente para catapultar a sus «delfines» y obtener millonarios recursos adicionales para engordar sus bolsas sin ensuciarse las manos.
Se le puede acusar de todo a Sabines Guerrero, pero tonto jamás ha sido. Sabía muy bien la capacidad que tenía la capital chiapaneca (que había recibido con cero deuda) para acceder a fondos de financiamiento millonarios, Tuxtla es el ayuntamiento de Chiapas con mayor presupuesto federal y el principal bastión electoral de la entidad con más de 400 mil votantes en la lista nominal, suficientes para inclinar la balanza en una elección estatal.
Con estas razones «de peso», toda la maquinaria gubernamental, sus asambleas de barrio y campañas completamente inequitativas, bajo la complicidad del IEPC, lograron la imposición de figuras en la alcaldía tuxtleca como Jaime Valls Esponda, Yassir Vázquez Hernández y Samuel Toledo Córdova de los que, en su mayoría, no se tienen buenas referencias.
Todos, sin distinción, fueron en su momento personas cercanas a Sabines Guerreo. Se encargaron de dar continuidad a la obra de su jefe: utilizar a las colonias como estructuras movilizadoras del voto y saquear a manos llenas a la ciudad, mediante préstamos que hoy tienen hundida a Tuxtla Gutiérrez con una deuda de casi 900 millones de pesos.
Con el claro ejemplo de las recientes elecciones federales y el descarado dispendio electorero en favor de los candidatos oficiales las cosas en Chiapas no parecen haber cambiado mucho. Basta observar la inequitativa contienda electoral que hoy vine nuevamente la capital chiapaneca, con los dados cargados descaradamente en favor del candidato verde.
Salga usted a las calles y observe de manera directa el derroche en campañas de publicidad para promover su imagen en espectaculares, bardas, pantallas y hasta salas de cine; o acuda a sus eventos de campaña con juegos mecánicos incluidos y donde hasta se rifan televisores de plasma para hacer más interesante la asistencia a sus eventos proselitistas.
Por eso son importantes las próximas elecciones locales para Tuxtla y toda la entidad, pues aunque el aplastante aparato gubernamental parezca un monstruo difícil de vencer es posible ganarle la batalla. Ya otros estados como Jalisco y Nuevo León lo han demostrado.
La capital chiapaneca puede hacer nuevamente la diferencia. Sólo es cuestión de salir a las urnas este 19 de julio, ponerse de acuerdo, ganarle a los votos acarreados e inclinar la balanza en favor de un candidato contrario que rompa por fin con el modelo gobernante que tanto daño ha hecho a Tuxtla durante los últimos años. Queda en sus manos.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *