En la Mira / Hector Estrada

Chiapas y el «voto masoquista»

[dropcap]¿[/dropcap]Por qué alguien votaría por un partido gobernante que ha demostrado su ineficiencia y corrupción de manera evidente? Esa es la pregunta que a veces causa tanto conflicto a la hora de querer entender un poco a los votantes en tiempos electorales.
La afiliación partidista, la conservación del empleo por asuntos de continuidad, acuerdos de conveniencia económica o promesas de una nueva fuente de trabajo podrían ser algunas de las respuestas simplistas que surgen de facto al tratar de responder a la interrogante de origen.
Y es que, cuando las violaciones a la ley, el abuso del poder, la corrupción, el cínico uso de recursos públicos para imponer candidatos oficiales y la aprobación de leyes que atentan contra la ciudadanía son tan descaradas comprender el «voto masoquista» resulta complicado.
Pese a que muchos se han empeñado en hacerlo ver de manera distinta, la decisión de voto no se trata de un asunto de partidos o competencias burdas entre candidatos, se trata de un asunto de lógica, de análisis y reflexión sobre las opciones de gobierno que la ciudadanía enfrenta finalmente en las boletas electorales.
Chiapas y Tuxtla Gutiérrez en específico son ejemplo claro de esta paradoja donde quien hoy gobierna no ha sido muy afortunado en sus resultados, se ha mantenido en misma línea de corrupción de los últimos años y, lo más doloroso, ha solapado y participado en el saqueo de los recursos públicos.
No ha habido disimulo ni vergüenza para encabezar un proceso electoral y una posible ELECCIÓN DE ESTADO. No es necesaria tanta investigación para corroborar lo ya denunciado por los líderes nacionales del PRD, Morena, PAN, Movimiento Ciudadano y la misma ciudadanía a través de pruebas contundentes.
Seguramente usted se ha topado de frente con laguna de las tantas pruebas flagrantes, como el reparto de despensas, materiales de construcción, las miles de bardas y espectaculares verdes, el pago de beneficios como de Empleo Temporal u otros programas sociales, todos financiados con recursos públicos.
Al menos en Tuxtla Gutiérrez la coalición PRI-PVEM que hoy gobierna la ciudad (Con Samuel Toledo) simplemente no ha funcionado, mantiene a la capital en una sus peores crisis de gobernabilidad y eficiencia de servicios públicos. La capital es una ciudad endeudada y lastimada que francamente ya no aguanta otro trienio en el mismo camino.
O con qué cree usted que se va a financiar la nueva pensión a adultos mayores, el inverosímil programa de una calle por día, el descuento del 50% a estudiantes en el transporte público o el nuevo proyecto ejecutivo de remodelación al centro de la ciudad, entre otras tan alucinantes propuestas que abandera el candidato oficial del verde.
Para que eso sea posible, la capital chiapaneca -que ya tiene una deuda pública de 900 millones de pesos- necesita recursos millonarios extras que harán necesarios nuevos financiamientos; más deuda pública que los tuxtlecos deberán pagar a plazos anuales para hacer posible los sueños políticos de quien hoy vende «promesas peligrosas».
Tal vez tenga razón la periodista Ana Laura Martínez de CNN sobre la estrecha relación que existe entre la desigualdad y la corrupción en el caso Chiapas para hacer posible la aplastante hegemonía verde en el plano electoral. Porque, lamentablemente en Chiapas la entrega de programas sociales aún condicionan el voto de las personas.
Por ignorancia o conformidad sigue siendo un patrón constante. Y es que, el problema no está en recibir o no beneficios físicos y económicos que violentan la ley electoral, el verdadero problema se sustenta en la aplicación de un sufragio cuartado, sin sustento reflexivo o un razonamiento real que, a veces, terminan ganándole a la apatía del resto de los votantes. Finalmente, usted decide.

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