En la Mira / Hector Estrada

Chiapas requiere medidas urgentes contra cambio climático

Con sensación térmica superior a los 40 grados centígrados, Chiapas se ha convertido en una de las zonas mas calurosas de México. La deforestación, los incendios forestales, el cambio de uso de suelo y el calentamiento global han encrudecido las temporadas de estiaje a niveles de calor y radiación solar alarmantes. Entonces… ¿Llegó el momento de aplicar medidas urgentes en entidades como Chiapas?
De acuerdo a datos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), en los últimos 20 años las máximas temperaturas promedio en Chiapas han registrado un incremento de cuatro grados centígrados. Junto a Nayarit, Jalisco, Michoacán, Guerrero y Oaxaca, la entidad chiapaneca se ha colocado como uno de los estados con mayores temperaturas, rebasando constantemente los 40 grados centígrados.
Al menos durante los últimos dos sexenios las políticas ambientales en Chiapas han brillado por su ausencia. Los gobiernos de Juan Sabines Guerrero y Manuel Velasco Coello heredaron una entidad con índices de deforestación descontrolados, solapando la tala y comercio ilegal de madera con daños irreversibles.
Actualmente se estima que el 90 por ciento de la madera comercializada en Chiapas es ilegal, es decir proviene de aserraderos clandestinos que talan arboles sin ninguna regulación. Según cifras de organizaciones no gubernamentales, anualmente en la entidad se comercializan 400 mil metros cúbicos de madera, de los cuales el 90 por ciento es de origen ilícito.
«La actual Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable está sobrepasada por las necesidades del México moderno y reformada en favor de grandes consorcios y el Estado, dejando sin participación a los comuneros e indígenas que optan por la clandestinidad y con ello, el abuso de los recursos maderables», señaló recientemente René Orantes, presidente de la Asociación Civil Bosques y Gobernanza, en una entrevista hecha por el periodista Heriberto Ortiz.
No se trata de un asunto menor. Chiapas es uno de los estados del país que más bosques y selvas ha perdido durante las últimas décadas, con un promedio de 45 mil a 70 mil hectáreas al año, lo que acelera la emisión de bióxido de carbono a la atmósfera, aumenta el calentamiento y la vulnerabilidad de las poblaciones. Y las evidencias están a la vista de todos.
Apenas hace unos días una fotografía del río Lacantún, hecha por Santiago Arau, dejó perplejo a México. En la imagen se muestra la grave deforestación de la Selva Lacandona, con inmensas hectáreas convertidas en zonas agrícolas. Se trata de un escenario repetitivo en varias zonas de Chiapas donde los decretos y leyes de conservación ambiental han importado muy poco para los ecocidas y las autoridades omisas.
Hoy las consecuencias son evidentes. La contingencia ambiental por los numerosos incendios forestales en zonas rurales y los efectos denominados «islas de calor» en las áreas urbanas mantienen «en jaque» a miles de familias de Chiapas. Las condiciones se han vuelto críticas y con ello posible aplicación de medidas drásticas ha cobrado relevancia.
Resulta evidente que las leyes y autoridades ambientalistas han sido plenamente rebasadas. Se requiere hoy de un replanteamiento urgente a las medidas para reducir los efectos y resarcir, en lo posible, las afectaciones. Los tres niveles de gobierno deben sentarse a establecer un plan emergente que reduzca la contaminación urbana, reforeste las zonas afectadas, endurezca las penas judiciales y haga finalmente afectivos los castigos penales contra quienes dañen el medio ambiente. Es un tema de prioridad que no puede seguir esperando, pues el tiempo de agota… así las cosas.

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