En la Mira / Hector Estrada

Los deshumanizados hospitales de Chiapas

Cuando los hospitales públicos pierden su sentido humano y vocación de servicio la línea que los separa de las simples oficinas burocráticas tiende a desvanecerse entre la negligencia y las arbitrariedades indignantes como las sucedidas la semana pasada en algunos de los principales centros hospitalarios de la capital chiapaneca.
Uno de los casos se suscitó a las afueras el nuevo centro médico «Gilberto Gómez Maza», reinaugurado hace apenas un año y tres meses, envuelto de «elogios» por considerarse el hospital de mayor capacidad en el sureste mexicano con sus poco más de 180 camas y capacidad de atención en distintas especialidades médicas.
Pero hoy las expectativas triunfalistas parecen haber sido superadas por la realidad de una demanda desbordante. Las inmediaciones del centro médico se han convertido desde hace meses en campamentos improvisados llenos de enfermos que tienen que esperar hasta 10 días para acceder a una consulta médica.
El ejemplo escandaloso más reciente se registró apenas el pasado 30 de septiembre cuando un hombre de aproximadamente 40 años perdió la vida tras agonizar durante tres días a las afueras del «Gómez Maza» sin que se le otorgara atención médica.
Aunque tenía alrededor de ocho días a la espera de consulta, según testigos que narraron los hechos, el hombre de escasos recursos solicitó en varias ocasiones el auxilio médico a causa de intensos dolores de cabeza que lo aquejaron por aproximadamente 72 horas hasta morir recostado a la orilla de una de las jardineras que rodean el nosocomio.
El hoy occiso ya había entrado horas previas al hospital para pedir asistencia pero, aseguran, fue retirado por el propio personal del hospital debido a «su apariencia física de presunta indigencia», bajo el argumento de que no habían causas de urgencia que requirieran atención de manera inmediata.
Pero el caso del pasado 30 de septiembre sólo es el ejemplo más «ruidoso» de lo que diariamente sucede en muchos de los hospitales públicos de la entidad chiapaneca, donde la sobredemanda y la burocratización de sus servicios parecen haberles arrebatado (en muchos de los casos) el sentido humanitario y la vocación de servicio a estos importantes lugares.
De ese inmueble que se anunciaba como la panacea al déficit hospitalario en Tuxtla Gutiérrez hoy sólo quedaron los discursos inaugurales; únicamente subsisten las promesas publicitarias de la propaganda gubernamental. Porque la realidad ahora es distinta, vergonzosa y llena de cuestionamientos ante la millonaria inversión que se hizo para hacer posible la construcción del aparatoso inmueble.
Y es que, aunque es necesario reconocer el reto que significa la gran demanda de atención médica en Chiapas, nunca podrá justificarse la falta de responsabilidad, la carencia de compromiso social y las violaciones a los derechos humanos fundamentales mediante negligencias médicas como suscitadas la semana pasada que resultan inaceptables.
La Secretaría de Salud en Chiapas, a cargo de Francisco Javier Paniagua Morgan, deberá tomar muy enserio lo sucedido en el «Gómez Maza» para realizar los ajustes y mecanismos de capacitación necesarios a fin de garantizar un servicio humano que permita rencausar a muchos hospitales y clínicas chiapanecas hacia la vocación humanista que les da razón de ser.

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