En la Mira / Hector Estrada

Llegó el momento de arrancar el control a los pulpos del transporte en Chiapas

Las protestas de concesionarios de taxis a nivel nacional, que también incluyeron algunas movilizaciones en la capital chiapaneca, han abierto el debate sobre la libre competencia que implica la participación de nuevas plataformas como Uber y el apabullante rechazo social ante el monopolio que aún mantienen los antiguos sistemas transportistas en ciudades como Tuxtla Gutiérrez.
Chiapas es uno de los ejemplos más claros del grave daño provocado por el secuestro permanente de los denominados «pulpos del autotransporte». Esos cacicazgos perfectamente identificables que durante décadas han usado al transporte público como medio de presión e intercambio de favores políticos.
Operando como delincuencia organizada de «cuello blanco», los caciques del autotransporte se han engordado los bolsillos con cuotas de concesiones sexenales que esconden bajo redes de prestanombres, a veces llenas de cinismos. Amagan con advertencias escandalosas sobre paros periódicos que termina resolviéndose mediante acuerdos de conveniencia para los mismos líderes de siempre.
Así han permanecido durante décadas, negociando incrementos o beneficios discrecionales donde el principal perdedor siempre ha sido el usuario. Porque, para ser honestos, las mejoras a las unidades y la calidad del servicio se han convertido en prácticas ausentes, al menos en las últimas década. Todo pese a los incrementos y lo establecido por la propia ley del autotransporte en la entidad chiapaneca.
En Chiapas el último intento formal de ingreso que tuvieron plataformas como Uber se dio en el año de 2016. Varios inversionistas que se habían organizado desde varios meses de anticipación para entrar al mercado, con todas las características que la plataforma ya ofrece en al menos 50 ciudades de México, se encontraban listos para poner en marcha el servicios de sus unidades.
Se había iniciado la campaña de publicidad preventiva en redes sociales para arrancar en Tuxtla como primer ciudad en la entidad. El proyecto tenía previsto expandirse inmediatamente a San Cristóbal de las Casas y Comitán. Pero la noticia no cayó nada en gracia a los líderes transportistas de la entidad. Fueron ellos que de inmediato solicitaron la intervención de las autoridades estatales para impedir la entrada de Uber.
Pero no había argumento legal para obstaculizar la puesta en marcha de la aplicación en Chiapas. La Ley Federal de Competencia Económica y la propia Ley de Transportes del Estado de Chiapas lo permiten. Se trata de un servicio regulado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), con el pago de los respectivos impuestos, que ya ha dado buenos resultados en otras entidades del país.
Plataformas como Uber, Cabify y Didi han desplazado a los viejos sistemas transportistas en las ciudades mexicanas. Con servicios menos costosos, modernos, eficientes y seguros han comenzado a apoderarse del mercado, obteniendo las mejores evaluaciones de aprobación y confiabilidad por parte de los usuarios. Por eso la multitudinaria manifestación de este lunes en la Ciudad de México y la movilización de réplica en Tuxtla Gutiérrez para impedir su ingreso a Chiapas.
Las protestas y exigencias de este lunes no lograron empatía ciudadana. Y no por el caos generado, sino por los argumentos de fondo. No tienen nada que ver con la exigencia de mismas condiciones tributarias o de regulaciones. Están relacionadas con la permanencia de privilegios monopólicos, sin mayores esfuerzos por mejorar la calidad de los servicios en favor de los usuarios.
El éxito de las nuevas plataformas en México ha sido potencializada por la misma indiferencia de los concesionarios para mejorar o modernizar sus servicios durante décadas. Se trata la libre competencia, de poner al usuario como pieza central posibilitándolo a elegir lo que considere mejor y, con ello, impulsar una mejora integral de la oferta en todos los competidores.
Por eso las autoridades de México, y estados como Chiapas, no pueden seguirse prestando a los chantajes y manipulaciones de transportistas que, en su mayoría, se han enriquecido de manera ilegal con varias concesiones concentradas en una sola persona. Se debe cambiar de una vez por todas la visión, para poner al usuario por encima de cualquier otro interés y comenzar a cambiar al sistema transportista en Chiapas bastante obsoleto… así las cosas.

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