En la Mira / Hector Estrada

Reconciliación y auditoría, necesarias para nueva era en Suicobach

Tras 18 años de un cacicazgo que finalmente concluyó, el Sindicato Único Independiente del Colegio de Bachilleres de Chiapas (Suicobach) se enfrenta hoy a un nuevo reto. La profunda división dejada por Víctor Manuel Pinot, que aún se aferra a sus últimos «pataleos», y los numerosos expedientes de corrupción e irregularidades exigen a gritos un proceso de reconciliación y auditorías a fondo para sacar a luz toda la podredumbre escondida.

Este lunes finalmente el Centro Federal de Registro Laboral tomó nota a Esdras Humberto de León Pinto como secretario general del Suicobach, así como al resto del Comité Ejecutivo, para luego sostener su primera reunión formal con la directora general del Colegio de Bachilleres de Chiapas, Nancy Leticia Hernández Reyes. Así fue relevado formalmente el enraizado grupo cercano a Pinot que durante casi dos décadas mantuvo el control absoluto del sindicato.

De León Pinto encontrará un Suicobach fracturado por la obsesión de Pinot y sus alfiles. Durante los últimos dos años el cacique se encargó de confrontar a las bases para complicar el paso a sus opositores. De manera sigilosa operó en cada plantel para generar desconfianza, discordia y rumores malintencionados. No le quedaba de otra ante el abrumador descrédito que ya cargaba a cuestas.

El último año fue estratégico para generar enconos. Su obsesión para sabotear las elecciones donde se elegiría al nuevo Comité Ejecutivo lo llevó a hacer lo que fuese necesario. Sabía perfectamente que no podría ganar la elección y que la mayoría de la base gremial ya no lo quería, por lo que la única opción era impedir que las votaciones se realizaran. Ya no promoviéndose como alternativa, sino saboteando todo intento de relevo.

Por eso en cada plantel se operó sigilosamente la desconfianza y el descrédito contra quienes se atrevieran a participar o apoyar a los «voluntariosos». Finalmente, el objetivo era que nadie saliera a votar, para aplazar ese vacío legal que lo mantenía como líder provisional.  Así se dejó a buena parte de los planteles divididos, sin bandos definidos, pero con evidente inconformidad; en medio de una lluvia de dimes y diretes, mentiras y luchas jurídicas (de Pinot) destinadas al fracaso que sólo generan incertidumbre.

Ese será el primer gran reto Esdras de León Pinto y su nuevo Comité Ejecutivo: el de la reconciliación. Acercarse a los planteles y su personal, escuchar sus inquietudes y establecer nuevos lazos de comunicación será indispensable para sanar fracturas. La nueva dirigencia sindical no puede darse el lujo de repetir los errores de Pinot y distanciarse de las verdaderas bases, para aislarse en los espejismos del poder. Los tiempos ya son muy distintos a los de los viejos cacicazgos encumbrados y los errores se pagan caro, como le ha sucedido al mismísimo Pinot.

La aplicación de una auditoría al pasado oscuro será ineludible. Los abusos financieros cometidos por Pinot, en contubernio con ex directores generales del Colegio de Bachilleres, deben ser investigados sin pretexto. Ya el pasado mes de julio el propio Esdras de León anunció que la auditoría será solicitada como parte de las primeras acciones. Ojalá así suceda.

La nueva era del Suicobach ha comenzado formalmente. Los intentos legaloides de Víctor Manuel Pinot para aferrarse a lo improbable son ya «patadas de ahogado» que buscan seguir engañando a la base y generar discordias. Esdras de León y su Comité Ejecutivo, con el espaldarazo de «todos lo necesarios», tienen importantes retos en puerta para demostrar que llegaron a hacer las cosas de forma diferente y reconstruir un sindicato saqueado por la avaricia de dos décadas… así las cosas.

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