En la Mira / Hector Estrada

Las omisiones y los excesos en el fenómeno de las caravanas migrantes

Qué difícil es hablar de la problemática migratoria en la frontera sur de México donde convergen tantos intereses, necesidades, omisiones y excesos. El pasado mes de octubre se cumplieron tres años desde que el fenómeno de las caravanas migrantes irrumpió en la escena internacional, plagada de señalamientos que atribuían su origen a estrategias políticas emanadas desde el mismo Estados Unidos rumbo a sus elecciones presidenciales pasadas.

Pero la modalidad migratoria en masa sobrevivió a Donald Trump y las elecciones estadounidenses, por lo que parece haber llegado para quedarse. Al menos por un rato más. Los acuerdos entre Estados Unidos y México para detener el flujo de personas ilegales en la frontera con Guatemala y trasladar las estrategias de retención hacia ese perímetro, han convertido a ciudades como Tapachula en «embudos migratorios» desbordados.

Lo sucedido este jueves en el tramo carretero entre Pijijiapan y Tonalá es muestra fehaciente de la situación desbordada. El operativo realizado por la Guardia Nacional y el Instituto Nacional de Migración (INM) para detener a parte de la caravana migrante que se encontraba rezagada terminó convertida en un nudo de agresiones y violencia, superando por mucho la capacidad de reacción de las autoridades federales.

Las imágenes difundidas en redes sobre la violenta agresión cometida contra un oficial de la Guardia Nacional a manos de integrantes de la caravana y el auxilio brindado por otro grupo del mismo contingente no sólo hablan de los diferentes rostros dentro de la movilización multitudinaria, sino también de las evidentes deficiencias en materia de planeación y estrategia por parte de las autoridades federales para realizar los operativos, poniendo como «carne de cañón» a sus propios elementos de seguridad.

Resulta innegable que ha habido excesos en ambos frentes. En la Guardia Nacional con episodios como el ocurrido el domingo pasado cuando elementos abrieron fuego contra un vehículo que intento darse a la fuga en un retén, asesinando a uno de los migrantes que iba a bordo. Pero también ha habido excesos inaceptables por parte de algunos integrantes de las caravanas, que han hecho uso de la violencia para intentar mantener su paso por territorio mexicano, agrediendo salvajemente a elementos de seguridad nacional.

Las omisiones saltan a la vista. La indecisión del gobierno federal para aplicar la ley sin miramientos y sellar la frontera a la migración ilegal o de plano permitir el paso libre de los migrantes han convertido a la frontera sur en un estado de simulación, donde caravanas se gestan, avanzan y luego son retornadas inmediatamente, mediante improvisados operativos de alto riesgo. Todo con tal de no verse a nivel internacional como un país autoritario, pero tampoco quedar mal con los insidiosos vecinos del norte.

Las caravanas se han vuelto una constante, donde los excesos, la ausencia del Estado de Derecho y las violaciones a los derechos humanos son noticia permanente. Es evidente que no ha existido estrategia eficaz para enfrentar la situación, más allá de los peligrosos operativos violentos de contención esporádica. Finalmente, el asunto es un problema bastante complejo que no podrá resolverse mientras los países involucrados no decidan ponerse de acuerdo para enfrentarlo desde el origen y terminar con las simulaciones de por medio… así las cosas.

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