En la Mira / Hector Estrada

La simulación electoral en Chiapas

[dropcap]C[/dropcap]umplimiento los mismos patrones históricos de la mayoría de las jornadas electorales en Chiapas, entre acarreos masivos, falta de propuestas y desánimo ciudadano, este domingo se realizaron los comicios federales para elegir a las y los nuevos diputados que, se supone, deberán representar los intereses de Chiapas en el Congreso de la Unión.
Pese al escenario catastrófico vaticinado con antelación debido al movimiento magisterial, la jornada electoral de este 7 de junio en Chiapas no distó muchos de las anteriores, con la quema de más de 40 casillas electorales, enfrentamientos civiles y la imposibilidad de instalar otras tantas casillas en zonas conflictivas de la entidad.
Si bien el anterior escenario negativo no debería minimizarse y catalogarse como asunto de normalidad, la realidad es que los comicios electorales de las últimas décadas en la entidad chiapaneca han registrado acontecimientos y características similares que no deberían sorprendernos.
Con el pasó de los años y los relevos en el Gobierno de Chiapas, los acarreos, la compra de votos, el uso de recursos públicos para financiar campañas, las guerras sucias, la manipulación de los órganos electorales y los intentos de boicot sólo han cambiado de colores partidistas.
Se trata de las mismas viejas mañas, aún muy efectivas, instauradas por los gobiernos priistas que con los cambios de administraciones únicamente se transfirieron al color amarillo durante el mandato de Juan Sabines Guerrero y ahora se mueven hacia las tonalidades verdes; siempre haciendo uso de los mismos modelos de estructuras movilizadoras.
Así fueron las elecciones de este domingo en Chiapas, carentes de verdadera participación ciudadana movida por el voto razonado, con ausencia de votantes realmente convencidos por las propuestas o los candidatos, en un ambiente de descredito y falta de credibilidad en las instituciones, en una jornada electoral gris que sólo sirvió de mero trámite para colocar en las curules a los «ahijados del poder».
La boletas electorales estuvieron carentes de opciones reales, lejos de una contienda de propuestas o figuras con argumentos que facilitaran la decisión de los votantes. Quienes asistieron a la urnas sin compromisos políticos de antemano se enfrentaron a la angustiosa disyuntiva de elegir entre tanta opción desconocida.
No quedó de otra que «caer» en el callejón sin salida planeado a la perfección por las estructuras del poder para edificar otras elecciones a modo que finalmente quedaron en manos de los nutridos contingentes movidos, comprados y hasta manipulados para rellenar las urnas en favor de los candidatos oficiales.
Ahora no resta más que, entre la frustración y la impotencia, desear «Felicidades sarcásticas» a los mismos de siempre que hoy han resultado nuevamente ganadores de una desgatada democracia mexicana que, por lo menos en Chiapas, tiene todas las características de haber servido otra vez como pretexto de una simple «simulación electoral».

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