¿Escuchamos? / Eduardo Torres Alonso

El 8 de marzo es una fecha esperada por autoridades de todos los niveles de gobierno, los medios de comunicación y la sociedad –al menos, una parte de ella–. Se trata de la conmemoración del Día Internacional de la(s) Mujer(es). Una efeméride proclamada por la Asamblea de las Naciones Unidas en 1977, cuyos orígenes se encuentran en los movimientos sufragistas y por la igualdad entre mujeres y hombres.

Sin embargo, el 8M no es una jornada de grandes discursos, de movilizaciones oficiales o del despliegue de la parafernalia gubernamental como sucede con ciertas fechas cívicas. El 8M es una fecha que las mujeres le han arrebatado a las instituciones, que se ubica en la arena de lo político y no de la política. Se vive en la esencia del espacio público: las calles. Cientos, miles, de ellas, acompañadas de sus convicciones, indignación y coraje se apoderan de las vialidades, llenan las plazas, resignifican los espacios y generan un discurso, el suyo.

Ríos violetas atraviesan ciudades y pueblos. Quienes no pueden asistir, se expresan en las redes sociales sociodigitales: suben fotos, generan hashtag y hacen tendencias. Ellas saben por qué se manifiestan, quiénes son las victimas de las violencias, qué está mal en la sociedad, pero quienes no somos ellas, ¿escuchamos?, en serio, ¿lo hacemos o sólo nos quejamos de que durante unas horas no se puede usar el auto en determinadas zonas porque hay una manifestación (una de las concreciones más claras de la democracia)?, ¿ponemos atención a sus reclamos y sus diagnósticos o sólo expresamos indignación –quién sabe hasta dónde ésta es real– porque hicieron una pinta aquí y otras más allá?

¿Sabemos por qué se manifiestan nuestras amigas, compañeras, colegas, hijas, hermanas, sobrinas, esposas, tías, madres, ahijadas, novias, abuelas, parejas?

Aquí algunos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía cuya información de interés nacional es oficial y de uso obligatorio para el Estado mexicano, según se mandata en la Ley del Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica (precisión para que no digan que “hay otros datos”).

– El 70.1% de las mujeres de 15 años y más en México ha experimentado, al menos, un incidente de violencia (psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o discriminación) en, al menos, un ámbito de su vida.

– Casi 8 de cada 10 mujeres en el Estado México, la Ciudad de México y Querétaro han sido violentadas. Son las tres entidades federativas en donde hay más agresiones contra ellas.

– Ellas no pueden salir al parque o a la calle sin pensar que algo les pasará porque el 64.8% de las agresiones ocurre ahí.

– Si se pagara el trabajo no remunerado (el que sostiene la vida), al año equivaldría a $71,524.00, y por cada 10 horas de trabajos de cuidados y de labores domésticas que realizan las mujeres, los hombres dedicamos 3.5 horas.

– En el ámbito del desarrollo profesional, en las áreas de ciencias, ingenierías, tecnologías y matemáticas (STEM), sólo hay una mujer por cada 4 personas, y tienen un ingreso mensual de $13,183.00; mientras que un hombre, haciendo el mismo trabajo, recibe $15,187.00.

– La desigualdad salarial es general: el salario promedio mensual de un hombre es de $8,862.00 y el de las mujeres de $6,853.00.

Apenas, unos cuantos datos que ilustran las relaciones de desigualdad en la que están las mujeres.

El problema no radica en las marchas y las proclamas. El problema está en no querer escuchar lo que están diciendo. ¿Estamos dispuestos a hacerlo y a cambiar?

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