EU: una nueva era / Claudia Corichi

Momentos importantes han pasado en lo que va del año en Estados Unidos. El polémico 6 de enero, con los disturbios en el Capitolio. La Ceremonia Inaugural de Joe Biden, cargada de símbolos que llaman a la unión y a la igualdad, incluyendo la orden de parar el muro fronterizo. El juicio y la condena del policía responsable de la muerte George Floyd.

En los primeros 100 días al frente de Estados Unidos, la administración Biden ha impactado en la vida diaria dentro y fuera de ese país. Ya se comenta sobre el fin a la era Reagan que fortaleció el sistema neoliberal. 40 años después, sabemos que el crecimiento económico y el desarrollo de las naciones va, necesariamente, de la mano de políticas con enfoque a derechos humanos, conscientes de su impacto ambiental y alineadas a disminuir brechas de desigualdad.

A pesar de que, durante la campaña, el actual presidente de EUA, trató de no hacer comentarios radicales o esencialmente progresistas, en las acciones (órdenes ejecutivas, memorandos y proclamaciones), todo parece indicar que está más a la izquierda de lo que se esperaba. Su discurso frente al Congreso la semana pasada, incluyó la presentación de un programa económico que busca invertir 4 billones de dólares en asistencia social y apoyo al empleo, que se suman a los 1.9 billones aprobados en marzo pasado para el rescate de post pandemia.

Estas políticas públicas, muchas de corte keynesiano, dibujan un panorama articulado de apoyo a la sociedad y se encadenan con otros esfuerzos. Destaca la postura oficial sobre el distanciamiento social, presente en todo acto institucional y el plan de vacunación que ha permitido a un 43% de los estadounidenses contar con al menos una dosis. A partir de ello se ha podido planear el regreso de niñas y niños a clases presenciales, así como la reactivación de actividades económicas.

En el primer tercio del año, hemos atestiguado un cambio de inercia, para las mujeres, las minorías raciales e incluso las personas migrantes. Hay un esfuerzo por reunir a niñas, niños y adolescentes migrantes no acompañados detenidos con sus familias y la cifra de personas refugiadas admitidas al año subió de 15 000 a 62 500. En contraste con el discurso de odio de Trump, estos hechos, aunque no solucionan el complejo asunto de migración, sí mejoran las circunstancias, sin afectar el nivel de aprobación del presidente, dentro y fuera de EUA.

Por supuesto, no todo será miel sobre hojuelas, sin embargo, la voluntad política y el discurso de unidad, así como el respeto a los derechos humanos es radicalmente distinto al de la administración Trump, y por ese simple hecho ya hay beneficios, tanto en la relación bilateral como en el paradigma internacional. Una verdadera bocanada de aire fresco donde antes emanaba odio.

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