Fiestas tradicionales, reflejo de la vida intima del pueblo tsotsil

Las políticas municipales y su relación con otros espacios los han llevado a cambiar su idea de las fiestas, ocasionando la ruptura de lo íntimo, vulnerando el sentido de estas, con hechos como la transformación de los lugares, que pasan de ser de tránsito de los celebrantes de las fiestas, a sitios para grandes escenarios musicales de ferias comerciales

Aquínoticias Staff

Las fiestas tradicionales en los pueblos indígenas llega a trastocar la vida social y la convivencia en la comunidad comentó el el coordinador del Programa Universitario para la Promoción del Patrimonio Biocultural de los Pueblos Originarios, de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), Enrique Pérez López.
Expuso la importancia de las manifestaciones culturales del pueblo tsotsil, al cual pertenece, utilizando, a modo de guía, un discurso ceremonial empleado en las fiestas y que da sentido a las ancestrales celebraciones. El promotor cultural concluyó el ciclo de conferencia «Cultura y Patrimonio en la actualidad», difundido por el canal del INAH en YouTube.
En la videoconferencia Las fiestas y ceremonias en las comunidades indígenas: vuelta a la intimidad, Pérez López refirió que lo íntimo se gesta, justamente, en su lengua, en sp´el jol o´ontonal, que significa «el contenido de la mente y el corazón», y hay al menos cuatro cuestiones importantes que están dentro de esta intimidad: ch´iel k´opojel o «crecer y hablar», que es un acto muy humano, «de hecho, así se define a los seres humanos en nuestra lengua».
El otro aspecto es kuxlejal, «la vida, biológica y social», y su relación con el medio ambiente, que, a su vez, da como resultado el siguiente aspecto: stalel kuxlejal, aquello que acompaña a la vida y que tiene que ver con la identidad, con las formas de pensar, de construir el mundo, «sería como el patrimonio cultural inmaterial, de manera particular y colectiva, que se ha venido heredando por generaciones.
«Asimismo, algo que también es muy importante es la muerte, como el fin de un ciclo. El nacer, el crecer, el hablar, el vivir, el hacer cultura y tener una identidad en colectivo, concluye con la muerte del ser humano: el lajel chamel», indicó.
Esa, dijo, es la intimidad del pensamiento tsotsil, que en conjunto, han ido construyendo las formas de manifestarse, particularmente, las fiestas y ceremonias tradicionales de estos pueblos.
El investigador develó que un concepto importante dentro de esa forma de ver el mundo es el k´in, que en maya también significa sol o día, y que en su etnia se ha entendido como fiesta, en el sentido de «su día», de celebrarse, de honrar a alguien, a los dioses, a los seres divinos, a los santos católicos, pero también a la tierra, a los lugares sagrados.
«Entonces, los tsotsiles decimos que el k´in tiene una finalidad primera, que es stoyel xi´el jtotik, que sería un acto de reverencia, de ensalzamiento, de ofrendar y honrar a las divinidades. Esto se traduce en ciertas funciones: organizar la fiesta se vuelve un cargo florido, y se considera como una contribución, un servicio a la comunidad, relacionado con la parte terrenal y donde el nichimal abtel (cargo florido) también significa rendirle ciertos honores a las autoridades civiles, quienes se encargan de impartir, de alguna manera, cierta armonía entre los habitantes.
«En estas comunidades es muy difícil separar los actos festivos de los cargos civiles, no es raro que en pueblos como San Juan Chamula, Chenalhó o Zinacantán, un acto de desacato, como el no querer hacer la fiesta, por parte de la autoridad civil, se puede traducir en un conflicto social tremendo», expuso el coordinador del Programa Universitario para la Promoción del Patrimonio Biocultural de los Pueblos Originarios, de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.
En su relato, Enrique Pérez manifestó que reverenciar y ensalzar a los seres divinos, rendirles honores y tributos a las autoridades y comunidades, tiene una finalidad para quien lo hace, en este caso los portadores del cargo o vulesel chu´ulelal, porque es un acto de maduración, donde toman conciencia de su realidad, de la forma de hacer las cosas y contribuyen a la cohesión social de su comunidad.
«Actos como el stoyel xi´el jtotik, que reverencia a los seres divinos, es una acción de humildad de los portadores de cargo, algo íntimo, que no se logra ver en la fiesta; el apreciar a los cargadores danzando tomados de la mano, es también esa confianza de hablar de la hermandad (no consanguínea) que se ha construido entre ellos.
«Estos no son sucesos donde se concentre una gran cantidad de personas, cuando se van a decir los discursos ceremoniales, solamente están las autoridades y los portadores de cargo, y son ellos los que únicamente están sintiendo, los que van escuchando, interiorizando los mensajes que se les van diciendo», detalló.
El también miembro de la Red Global de Facilitadores de la UNESCO, para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, indicó que, de pronto, las políticas municipales y su relación con otros espacios los han llevado a cambiar su idea de las fiestas, ocasionando la ruptura de lo íntimo, vulnerando el sentido de estas, con hechos como la transformación de los lugares, que pasan de ser de tránsito de los celebrantes de las fiestas, a sitios para grandes escenarios musicales de ferias comerciales.
«Sin embargo, volvemos a esa intimidad porque hay una necesidad de la comunidad de pedir, de ofrendar a los seres divinos para protegerse, porque esa es la finalidad de las fiestas: agradar a esas fuerzas para que nos ayuden», finalizó.

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