Fraternidad de mirreyes / Rodrigo Ramn Aquino

Isaín Mandujano es un importante periodista chiapaneco. De su trabajo hay que valorar dos dimensiones. La primera tiene que ver con el hecho de que es el corresponsal en Chiapas de la revista Proceso. Una revista que por mucho tiempo hizo época por sus trabajos de investigación crítica, de los que ahora vive más de la fama. Su política editorial, es obvio, influyó definitoriamente en los trabajos del cintalapaneco, quien a veces las atina y otras no tanto, pero casi siempre lo hace convencido de que es lo correcto.
Idealista y activista, Mandujano propugna por la construcción ciudadana, el derecho a la información y la libertad de expresión, valores 100 por ciento democráticos a los que más personas deberíamos sumarnos. A ello habría que agregar su intensa actividad en redes sociales (es uno de los usuarios con más seguidores de toda la comarca), lo que prácticamente le confiere un estatus casi de celebridad, de ahí algunos excesos, de ahí las molestias que provoca en la clase política, y por las que ha sido perseguido y difamado.
Hace unos días volvió a ser víctima de amenazas. Esta vez por parte de un funcionario menor del ayuntamiento capitalino entrante: Isaac Uscanga, exjefe del departamento municipal de Educación Ambiental (renunciado inmediatamente después hacerse público el incidente), amenazó al periodista por dar a conocer su relación con un grupo de choque conformado por jóvenes que amenazaron y golpearon a opositores del actual presidente municipal.
Con fortuna el caso ya es ampliamente conocido como para se cumplan las amenazas (registrarlo en este espacio abona a ese propósito). Un escándalo que no sólo sería nacional, sino motivo suficiente para el descarrilamiento de una administración que arranca a tientas. Y la que seguro estoy no piensa ni tantito en complicarse la vida luego de un desgastante y deslegitimador proceso electoral.
Desde campaña fueron identificados los grupos de apoyo a Fernando. Y como ocurre en la vida real aunque no lo deseemos, el clasismo fue evidente. Los hubieron de la clase popular, los de clase media, pero también los juniors, los mirreyes (ya sabe, blancos, barbados, tipo europeos, camisa desabotonada y rosario al pecho peludo). Estos últimos, hijos de políticos, empresarios o funcionarios, no buscaban propiamente hueso, sino influencia, poder, pero sobre todo impunidad.
De esta calaña se han incrustado decenas, sino es que cientos, a la actual estructura municipal que encabeza Castellanos. Los compromisos seguro son grandes, pero grande también se hace la necesidad de sensibilizarlos (por decirlo en el término más amable) en el servicio público. Deben saber que una vez que fungen (fingen) como funcionarios ya no pueden andar por la vida haciendo lo que se le venga en gana. Deben saber que si se portan mal meterán en serios líos a su «amigo».
Un amigo, permítanme insistir, que siempre preferirá salvar su propio pellejo a dar continuidad a ésta, cómo la llamamos: ¿fraternidad de mirreyes?

Contacto:
9611395592
PIN: 7F036FBB

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