Galimatias / Ernesto Gmez Panana

Adela, sus hábitos y sus médicos

Adela tiene 49 años. Ciertamente no es una anciana, pero tampoco es una jovencita. Desde muy pequeña ha llevado una mala alimentación. Exceso de carbohidratos, azúcares y grasa. Hace años que le diagnosticaron obesidad mórbida. Al sobrepeso se le agregan niveles altos de colesterol, glucosa, lípidos, triglicéridos.

Adela mide 1.55 metros de estatura. Debiera pesar 50 kilos. Pesa 110, más del doble y si bien se preocupa y le da miedo su salud, ha sido inconsistente e inconstante para corregir sus hábitos. Quiere remedios mágicos de un día para otro cuando su problema es crónico y de mucho tiempo atrás: el primer paso para aspirar a curarse es reconocer que la solución no la alcanzará en días ni semanas ni tampoco en seis meses. Hacen falta disciplina y compromiso total para alcanzar un estado saludable.

El problema con Adela es que además de su falta de compromiso consigo misma, espera que la cura llegue de afuera:

Ha probado médicos tradicionales que le han ofrecido medicamentos alópatas con los que le prometen siempre que llegarán los resultados y lo único que llega es la frustración porque Adela nomás no mejora su salud sino al contrario, cada vez pareciera que se pone peor porque, además, sabedores de su falta de constancia y de su desesperación, estos médicos le acercan a escondidas, alimentos que le hacen daño. Se los facilitan sabiendo que así sigue siendo una paciente cautiva. La engañan porque en los reportes médicos nadie menciona estos hechos.

Adela también probó especialistas formados en el extranjero -que según habían curado a otras pacientes de poblaciones cercanas-. Estos médicos prometían que ellos sí darían resultados porque traen equipos más sofisticados y medicamentos modernos. Adela les creyó y cambió de médicos, pero el resultado tampoco fue el deseado porque estos médicos también prometen soluciones inmediatas que no son realizables en el corto plazo.

Así ha andado Adela por mucho tiempo. Ya probó médicos generales, especialistas extranjeros, bariatras, nutriólogos, dietistas. Hasta algunos que prometen resultados vía la hipnosis. Adela tiene fe, pero le falta persistencia para hacer lo que le toca. Adela no entiende que bajar sus niveles de colesterol no solo es cosa de tomar sus medicinas sino también de dejar de atorarse la torta de milanesa a escondidas y no reportarla en su visita semanal al doctor. En esos pequeños detalles se gesta mucho de su problema.

Hace algunos meses, Adela comenzó a atenderse con un médico naturista que también le ofreció solucionar de fondo su problema. Adela le creyó.

El tratamiento es polémico y en su familia ha causado opiniones diversas. Hay quienes creen que funcionará y quienes incluso se burlan de los remedios que le han recetado. pero como en los otros casos, la clave está en la persistencia: sea cual sea el tratamiento, la paciente debe tener confianza, apegarse disciplinadamente al tratamiento y reconocer que su problema es complejo, que ningún especialista puede ofrecerle soluciones reales en pocos días y que curarse tomará tiempo.

La semana pasada Adela recayó y casi termina en el hospital. Se puso muy mal. En su familia de nuevo se desató la polémica respecto del tratamiento. No sin riesgo, lograron estabilizarla, aunque el problema de fondo no se supera. Adela sigue mal. La crisis sirvió para recordar que el problema no es el médico sino la enfermedad, y que, en este como en cualquier otro tratamiento, hay que ser pacientes y persistentes para ver resultados.

El problema de Adela no son los médicos ni tampoco en la confianza que les deposita. El problema de Adela está en ella y son sus malos hábitos.

Oximoronas. La Orquesta Sinfónica de Chiapas estrenó el pasado fin de semana su concierto «Rock Sinfónico»: un éxito. Felicitaciones al maestro Peña, a mi querida amiga Cathy Peña, a todos los y las integrantes de la orquesta, a la directora del teatro, Tania Broissin y desde luego a Cecilia Flores, titular del CONECULTA por este acierto tan significativo. La próxima semana nuevas fechas. No se lo pierdan.

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