Galimatias / Ernesto Gmez Panana

Foto: El Universal

Moros de armas largas

Según el Diccionario de la Lengua Española, la palabra matamoros describe a alguien que se jacta -que presume- de valiente.

Si hurgamos más en la raíz de esta palabra compuesta, encontramos que alude a personas, guerreros o soldados españoles muy posiblemente, cuya encomienda era la de aniquilar a invasores árabes a quienes por su color de piel se les denominaba así, moros.

Hoy y desde su fundación, la Heróica Matamoros, lleva ese nombre en honor a Mariano Matamoros, sacerdote michoacano que participó en la lucha por la independencia al lado de José Ma. Morelos.

Hoy, pareciera que Matamoros tiene un profundo conflicto en su nombre mismo:
Para vivir en esa región del país hace falta una profunda valentía y no solo presumir de valiente y su ejemplo independentista es complejo de emular ante el avasallamiento del crimen organizado, y no es solo Matamoros, son Reynosa, Nuevo Laredo, San Fernando, Victoria o cualquiera de sus 43 municipios que dependen en buena medida de las órdenes que dicten los carteles que controlan la zona.

Recientemente, en estas últimas dos semanas, Tamaulipas fue noticia nacional por la matanza aleatoria de 15 personas en Reynosa y por la desaparición de más de un centenar -109 personas documentadas- desaparecidas en la llamada Ruta del terror. El infierno siempre puede ser peor de lo que ya viene siendo.

Según declaraciones de alguno de los pistoleros detenidos, la intención de esta masacre a inocentes era la de calentar la plaza, es decir, generar el terror entre la población civil y orillar a las pandillas rivales a abandonar la ciudad, misma situación en la carretera a Monterrey, donde a pesar del patrullaje de las fuerzas de seguridad, continúa siendo peligroso transitar. Estamos a su Merced.

En esta columna se ha abordado este tema ya en otras ocasiones, los carteles de la delincuencia organizada controlan regiones completas de nuestro país, tienen el dinero y los lazos de complicidad necesarios ya no solo para comprar gobiernos sino para imponerlos y esto no es necesariamente un problema derivado de que el gobierno sea de un determinado color, el color de la droga penetra más y lo rebasa todo.

Hacen falta valor y determinación para derrotar al narcotráfico, pero hacen falta también resignación y realismo, porque detener este tsunami sangriento no será cosa de meses ni tampoco de un par de años, a Colombia le tomó más de veinte años.

Oximoronas. Enmedio de toda la violencia, Checo Pérez sigue triunfando en la Fórmula 1, un espectáculo millonario en el que subir al podium suele ser cosa de grandes escuderías con pilotos de primer mundo. Sus triunfos no son poca cosa. Enhorabuena.

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