Harta arrechura en la fiesta mas grande de Chiapas

Foto: Jacob Garcí­a

Los parachicos bailan al compás del pito y el tambor para el Señor de los Milagros, acompañados por chuntas, abrecampos, vaqueros y tehuanos; el 17 de enero dedican su danza a san Antonio Abad y el día 23 a san Sebastián Mártir

Redacción

[dropcap]T[/dropcap]ambores, flautas y sonajas de hojalata ambientan las danzas y ceremonias religiosas que forman parte de la tradicional Fiesta Grande de Chiapa de Corzo, que se realiza en honor del Señor de Esquipulas (o de los Milagros) y de dos santos del catolicismo: san Antonio Abad y san Sebastián Mártir.
La Danza de los Parachicos representa el momento culminante de esta gran celebración, que se realiza desde hace 305 años en esta localidad del estado de Chiapas, y cuyos festejos van del 8 al 23 de enero.
De acuerdo con información del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), su atuendo consta de una máscara de madera esculpida con facciones semejantes a los españoles, de ojos azules o verdes, barba de candado, tocado o «montera», elaborado con fibra de ixtle, sarape tipo Saltillo, chalina bordada, cintas de colores y un chinchín o sonaja de lámina.
Los bailarines, describe, recorren la localidad de Chiapa de Corzo mientras cargan las imágenes religiosas y visitan diversos lugares de culto. Su danza, que comienza por la mañana y finaliza en la noche, y se considera una ofrenda a los santos venerados.
En esta tradición, que comenzó en 1711, se calcula que participan alrededor de seis mil personas.
Los parachicos son dirigidos por un patrón que porta una máscara de expresión severa, una guitarra y un látigo para castigar simbólicamente el pecado y la desobediencia, mientras entona loas y toca la flauta, seguido por los mayordomos y autoridades que responden con aclamaciones, lo mismo que los jóvenes y niños que imitan los movimientos de los adultos.
La Danza de los Parachicos abarca todos los ámbitos de la vida local, propiciando la convivencia entre la comunidad y la transmisión de conocimientos ancestrales heredados, características que en 2010 la llevó a ser declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), luego de varios años de trabajo conjunto entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y dicha comunidad chiapaneca.
Según la tradición oral, a mediados del siglo XVIII, al entonces llamado pueblo de Chiapa de la Real Corona, llegó doña María de Angulo buscando al curandero indígena para que aliviara a su pequeño hijo de una extraña enfermedad.
Después de bañar al niño en las curativas aguas del Cumbujuyú, éste sanó de sus males.
Los parachicos evocan a los antiguos chiapacorceños que se disfrazaron para entretener al infante durante su enfermedad, de ahí su nombre, pues lo hacían «para-el-chico». Mientras, las «chuntas» (hombres vestidos de mujeres) representaban a las mozas de la señora española.
Se sabe que una terrible plaga de langosta acabó con las cosechas de la localidad, entre 1767 y 1768, y en 1770 una epidemia provocó la muerte de cientos de personas. Entonces, María de Angulo regresó al pueblo y, en agradecimiento por haber sanado a su hijo, repartió maíz y dinero entre la población.
La danza de los parachicos se sigue organizando en forma tradicional y bajo la jerarquía de las mayordomías de los distintos barrios de Chiapa de Corzo, encabezada por un patrón, cuyo cargo es heredado por los miembros de la familia Nigenda.
Los parachicos bailan al compás del pito y el tambor para el Señor de los Milagros, acompañados por las chuntas, abrecampos, vaqueros y tehuanos; el 17 de enero dedican su danza a san Antonio Abad, y el día 23 a san Sebastián Mártir.
En sus recorridos visitan los templos de Santo Domingo, San Jacinto, Señor del Calvario, la Santa Cruz de Santa Elena, la Santa Cruz de Cunduacan, el Señor de Acapetahua y San Gregorio. También van al panteón municipal para conmemorar a los patrones fallecidos, a la Plaza de Parachicos y las riberas de Nandambúa y de Las Flechas.
La música que acompaña la danza inicia con la rúbrica, seguida de los sones chicoteplanta, el nanbujó o alabado y el zapateado del patrón (tocado con guitarra).
El nandacachumbí o Son de María de Angulo, cuya función es avisar a los parachicos que vienen los zapateados, para regresar al Son de chicoteplanta o Son para recorrer las calles.
La tradicional fiesta de Chiapa de Corzo comienza el 8 de enero y concluye el día 23 del mismo mes. El 15 de enero se conmemora al Señor de Esquipulas con una suculenta comida (pepita con tasajo).
El 17 se celebra a San Antonio Abad y el 18 se rinde homenaje póstumo a los patrones de los parachicos fallecidos, con un convite en la casa donde se encuentra la imagen de San Sebastián Mártir.
Para el 20 de enero, cientos de personas del estado y fuereños se visten de parachicos y se suman a la fiesta.
El día 21 se realiza el Combate Naval en el río Grijalva, que consiste en un espectáculo nocturno con pirotecnia, el cual recuerda las batallas entre españoles y los indios chiapanecos en el siglo XVI.
Un día después, además de los parachicos, desfilan las «chuntas» que bailan y reparten dulces.
La fiesta concluye el día 23 con una misa y el desfile de los parachicos chiapacorceños (de las cofradías), que acuden al Templo de Santo Domingo de Guzmán, y conducen la imagen de su santo patrono (San Sebastián Mártir), a la casa del nuevo «prioste» o familia que cuidará la imagen durante un año.
(Con información de Notimex)

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