He oído del cáncer de mama, pero no sé qué buscar ni qué sentir

Me han explicado en más de una ocasión cómo auscultarme las mamas, pero debo de confesar que siempre me queda la duda si lo estoy haciendo bien y qué precisamente debo de sentir

Sandra de los Santos / Aquínoticias

Estaba frente al espejo a punto de bañarme y me doy cuenta que tengo una irritación en el pecho izquierdo. Mi corazón se empezó a acelerar y me puse a revisar de manera minuciosa los dos senos. El derecho no tenía nada visiblemente anormal, pero el izquierdo tenía esa irritación y veía más pronunciadas unas estrías, y ya estaba tan preocupada que todo lo miraba raro. Sabía, perfectamente, que ese color rojo en mi piel no estaba un día antes porque también me vi en el espejo del baño y de haber estado me hubiera percatado. Me bañé, y ya el día no fue igual.

Me han explicado en más de una ocasión cómo auscultarme las mamas, pero debo de confesar que siempre me queda la duda si lo estoy haciendo bien y qué precisamente debo de sentir. “Una bolita o algo anormal” me han respondido de manera habitual cuando les pregunto a profesionales de la salud y yo me quedo pensando “y cómo se debe de sentir la bolita o algo anormal”. No tenemos parámetros con otras mamas (no es que una ande por ahí revisando a otras compañeras y reconozca las diferencias).

Hace 19 años, mientras iba a hacer una cobertura sobre el hundimiento de una parte de la comunidad de San Isidro las Banderas en el municipio de Pantepec, me encontré con Norma una mujer que tenía cáncer de mama. Me contó su historia, cómo en ese lugar en donde la tierra se hundía y era tan lejano de todo, detectar la enfermedad a tiempo era casi que imposible. A ella le detectaron la enfermedad en una campaña médica que hubo en el municipio de Rayón. El cáncer estaba ya muy avanzado. Los dolores que tenía eran intensos y una de las mamas muy afectada.

Me acuerdo de Norma de manera frecuente, sobre todo en octubre, y más cuando por algún tipo de desidia me resisto a hacerme mi revisión periódica. Pienso que hay miles de mujeres que no tienen posibilidades de hacerse el estudio, que lo que me significa a mí hacérmelo es nada en comparación del difícil acceso para ellas.

“Hay pacientes que no se hacen una revisión por miedo que les digan que tienen algo” dice el médico radiólogo Francisco Laborde León del Centro de Imagen Diagnóstica (IMEDI), como que si no saberlo hiciera que se hubiera un mal desapareciera.

No lo pensé tanto, y al otro día hice mi cita con el doctor Laborde, quien me ha atendido desde hace varios años. Soy de las pacientes que pregunta mucho, y eso a las y los profesionales de la salud no siempre les cae en gracia. Pero, el médico Laborde tiene alma pedagógica y me explica todo con bolitas y palitos. “Aquí lo que se ve es…” me dice, y yo lo único que observo en el monitor son partes grises y negras, pero él me las va describiendo y yo imaginando. Tiene muy entrenada su semblante de “póker face” y eso es tranquilizador porque una anda todo el tiempo queriendo leer el rostro de los médicos cuando nos están revisando o viendo nuestros estudios. Si hacen una mueca de preocupación, pues, ya pensamos que podemos tener algo grave.

Hice mi cita el sábado para que me atendiera el lunes. El domingo conversé con una amiga periodista sobre el tema, le conté de mi preocupación y ella me dijo que andaba queriendo entrevistar a alguien sobre cáncer de mama y hacer unas tomas. Le dije que si quería podría grabarme cuando me hicieran el estudio y que podía aprovechar a entrevistar a Laborde. Así quedamos.

A la cita, llegamos en peregrinación: una amiga que se haría por primera vez su mastografía, mi amiga periodista, el compañero camarógrafo, y yo. Decidimos que primero entrevistaríamos al doctor. Pésima idea. Aunque nos convenció de la importancia de los exámenes de detección, también nos dejó preocupadas. Lo bueno que en esa misma tarde dos de las tres mujeres que estábamos ahí nos haríamos el examen.

Si bien, la detección por medio de la palpación ha sido un método que ha ayudado a disminuir costos, su efectividad en la etapa temprana es muuuuy poca. Además de que transfiere la responsabilidad de detectarse esta enfermedad a las pacientes que no están capacitadas en este tema de ahí la necesidad de que se exijan más recursos públicos para la salud de las mujeres, y que el mes de octubre no solo sea de ponerse listones rosa, sino de crear políticas públicas claras y efectivas que ayuden a la detección temprana de la enfermedad.

La exigencia hacía las autoridades de salud va más allá y es que las campañas de detección de cáncer de mama se hagan de acuerdo a los protocolos, que sean por profesionales de la salud y se les dé seguimiento.

“A veces en estas campañas se hacen las tomas, pero nunca se interpreta y jamás el resultado llega a la paciente” dice de manera crítica el médico radiólogo.

La entrevista terminó y era hora de hacer el examen. Mi corazón de por sí estaba acelerado y aunque la irritación en la piel, que me había detectado unos días antes había desaparecido casi en su totalidad, seguía preocupada. Aún recostada, y mientras el médico me revisaba seguía preguntando. No tengo límites. Aún con los pechos de fuera puedo seguir cuestionando. Todo salió bien. ¡Puf!

Hay miedos que son paralizantes, que nos hacen quedarnos inmóviles, sin hacer nada. Hay otros miedos, que por el contrario, nos obligan a tomar acción, a hacer algo, que el miedo que sintamos a la enfermedad sea del segundo y nos haga hacer algo al respecto.

Comercial: En este mes hay campañas gratuitas de detección de cáncer de mama. En diferentes centros diagnósticos también hay descuentos. En IMEDI (se encuentra en la colonia Moctezuma. Cel. 961 1471272) durante octubre la mastografía –que incluye ultrasonido- está en 900 pesos y ultrasonido en 450 pesos.

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