Impunidad al fin / Rodrigo Ramn Aquino

Aunque en definitiva la impunidad imperante en el caso de la desaparición de los 43 normalistas en Iguala, Guerrero, no se puede equiparar en lo más mínimo a la impunidad con que se manifiestan los estudiantes normalistas en distintos puntos del territorio nacional, incluido Chiapas, en definitiva no se puede exigir justicia con más violencia.
Los estudiantes bajo el amparo de que no hay nada peor que lo que le hicieron a sus compañeros en Guerrero rompen, cortan, incendian, gritan y empujan. Acusan al gobierno, destruyen sus inmuebles y bloquean sus vías de comunicación. Duro con ellos. Porque qué más podrían ser los jóvenes si no revolucionarios, además de cobradores de cuotas, saqueadores, piromaniacos y secuestradores de autobuses.
Quizá las autoridades piensen que la violencia controlada será la válvula de escape de la tensión e inconformidad social. De ahí que la propia Segob mantenga el discurso de que sobre todas las manifestaciones: tolerancia. Una tolerancia que lamentablemente ya está empezando a afectar a otros sectores de la población: el turístico, comercial, el burócrata.
El riesgo de mantener una política de tolerancia hasta que los manifestantes «entiendan» que no se van a hacer escuchar si no es por los cauces legales, es que la población en general pierda la paciencia. En estos momentos los más afectados son los terceros, que ven con descontento el aumento de estas acciones y la aparente impunidad.
Urge que la política de tolerancia mute a una de diálogo para no seguir abonando a la percepción de institucionalidad rebasada y, lo que es peor, de ingobernabilidad. Chiapas tiene sus propios asuntos como para pagar platos que no le corresponden.

Ágora

¿Por qué Iguala-Ayotzinapa no es un crimen de Estado? De acuerdo a María Amparo Casar: «Los crímenes de Estado son de destrucción masiva e indiscriminada. Van acompañados de un discurso justificatorio que «legitima» su comisión en aras de un bien mayor. Los acompaña también lo que los criminólogos llaman la «negación de la víctima», esto es, un alegato que señala a las víctimas o a los exterminados como terroristas, agresores, criminales, traidores a la patria, indeseables o cualquier otra patraña. En los crímenes de Estado no se rechaza la existencia de límites al poder; simplemente «se lamenta que no puedan ser respetados» en las circunstancias extraordinarias en las que «tuvo» que ordenarse la masacre. En los crímenes de Estado están involucrados por acción u omisión todas las ramas y órdenes de gobierno (en Excélsior)».

Corrillo

Con gran éxito se llevó a cabo la inauguración de la exposición «De corazón conejo», que conmemora los 30 años de caricaturista político de Enrique Alfaro Santos. Rodeado de la comunidad artística, periodística y política de la capital y el estado, que se dieron cita en el Museo de la Ciudad, Alfaro nos llevó a un recorrido que disfrutaron tres generaciones: la previa a él, la suya y la nuestra (porque debe saber que él se inició en estas lides a los escasos 17 años). Los años pueden pasar pero la inconformidad parece seguir siendo la misma: el mal gobierno, las injusticias y la desigualdad. Bien por el maestro y que nos dure otros 30…
Aprovechando el viaje, quiero hacer un amplio reconocimiento al director de eventos del Museo de la Ciudad, Samuel Revueltas, porque desde su llegada le ha inyectado dinamismo al inmueble. Hoy definitivamente es de todos y para todos. Desde luego esto no sería posible sin el desinteresado respaldo de muchos periodistas, artistas, políticos y activistas que se ven contagiado de su entusiasmo e ideas frescas. Bien.

Contacto:
roraquiar@hotmail.com
9611395592

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